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El superfertilizante natural que le permitió a una civilización preincaica prosperar en el árido desierto de Atacama en Chile

Francisca Santana-Sagredo & Julia Lee-Thorp & Rick Schulting - The Conversation* | Domingo 28 febrero, 2021


Vicuña en el desierto de Atacama, Chile
Thomas Janisch/Getty Images
Atacama es el lugar más seco de la tierra, exceptuando algunos valles antárticos.

El desierto de Atacama, en el norte de Chile, es uno de los lugares más secos del planeta; durante años no recibe lluvia alguna.

Para que las comunidades agrícolas sobrevivan y prosperen, necesitarían agua y nutrientes del suelo, ambos escasos.

Sin embargo, la gente vivía en Atacama mucho antes de que existiera la tecnología moderna.

La escasez de agua se abordó utilizando agua de oasis y complejos sistemas de riego. Para los nutrientes del suelo, la solución que encontraron, siglos antes de la llegada de los incas hacia 1450, fue traer un superfertilizante de la costa en forma de excremento de aves marinas o "guano".

Fue el hallazgo clave de nuestra nueva investigación, en la que analizamos los restos de 246 cultivos y plantas silvestres encontrados en 14 sitios arqueológicos en Atacama.

Estas plantas cubren un período de casi 3.000 años que abarca varias civilizaciones antiguas, seguidas por los incas y finalmente el período de colonización europea hasta 1800.

Acantilados de mar en Chile cubiertos de guano.
Víctor Suárez Naranjo/Getty Images
Acantilados de mar en Chile cubiertos de guano.

El "impacto masivo"... de excrementos de ave

Una forma de saber si se usó guano para fertilizar estas plantas antiguas es buscar las proporciones de los isótopos de nitrógeno (15N/14N) en los restos de la planta.

Estos dos isótopos (átomos de un mismo elemento químico) difieren solo en la masa atómica, pero se comportan de forma un poco distinta en los sistemas naturales y, por lo tanto, pueden actuar como trazadores de procesos bioquímicos naturales.

Sabemos que incluso pequeñas cantidades de fertilizante de guano de aves marinas tienen un impacto masivo en las proporciones de isótopos de nitrógeno en el maíz moderno, elevándolas muy por encima de lo posible, ya sea de forma natural o con cualquier otro fertilizante.

Aves marinas en la costa de Chile... y el guano.
JeremyRichards/getty Images
Aves marinas en la costa de Chile... y el guano.

Cuando observamos los restos de cultivos arqueológicos, como el maíz, la calabaza y los chiles, encontramos proporciones de isótopos igualmente altas en plantas que datan de alrededor del año 1000 d.C. en adelante.

Las proporciones de isótopos de nitrógeno que se encuentran en los esqueletos humanos de la región, bien conservados en las condiciones áridas, también cambiaron drásticamente junto a los cultivos.

Los científicos habían pensado anteriormente que esto mostraba que la gente había comido pescado del mar.

Se sabe que los peces marinos tienen altas proporciones de isótopos de nitrógeno, especialmente los que se encuentran frente a las costas de Chile, gracias a las aguas muy frías y ricas en nutrientes de la corriente de Humboldt (una corriente oceánica fría y costera del Pacífico oriental).

Nuestra investigación encontró que las personas en las antiguas comunidades de Atacama obtuvieron esos altos valores de isótopos de nitrógeno de los peces, solo que fue indirectamente, a través de las aves marinas, que comieron el pescado y luego lo excretaron como guano, que se convirtió en fertilizante para los cultivos.

Desierto de Atacama
Hoberman Collection/Getty Images
El guano ayudó a sobrevivir a las civilizaciones que habitaban el árido desierto de Atacama.

La desigualdad del guano

Nuestra investigación también encontró que no todos parecen haber tenido acceso a este superfertilizante.

Si bien hubo indicios de que las altas proporciones de isótopos de nitrógeno aumentaron notablemente en los granos de maíz desde el año 1000 en adelante, lo que indica un aumento considerable en el rendimiento de los cultivos y permite asentamientos más grandes, algunos granos carecían de esta evidencia.

Más bien mostraban signos de otros fertilizantes como abono verde o estiércol de llamas y de sus parientes.

Los esqueletos de los mismos cementerios que datan del mismo período también mostraron diferencias dramáticas en sus proporciones de isótopos de nitrógeno, lo que sugiere que el acceso a cultivos abonados no se distribuyó de manera uniforme en la comunidad.

Pudiera ser que algunas familias o clanes tuvieran vínculos privilegiados con la costa (a unos 90 km de distancia) y pudieran obtener guano de aves marinas y utilizarlo principalmente para su propio beneficio como fuente de poder y prestigio.

El desierto floreció, pero para algunos más que para otros.

Fertilizando la tierra
Hans Neleman/Getty Images
Las investigaciones indican que la distribución del guano no fue equitativa.

"Oro blanco"

La fertilización del guano continuó en los períodos incaico y colonial.

A principios del siglo XIX, se hizo más conocido en todo el mundo como un superfertilizante y se convirtió en una importante fuente de ingresos para Perú (del que entonces formaba parte Atacama).

Cada año se enviaban cientos de miles de toneladas al extranjero, principalmente a Estados Unidos y a Europa occidental; fue en ese momento cuando el guano se conoció como "oro blanco".

La importancia del guano se vio eclipsada poco después, primero por un nuevo recurso del desierto de Atacama, el salitre (nitrato de sodio), que se extraía extensamente, y luego por la introducción de fertilizantes sintéticos más baratos a principios del siglo XX.

El fertilizante de guano ha experimentado un resurgimiento a través de su uso en agricultura orgánica, pero en Chile ahora está prohibido extraer guano reciente, y tanto el guano como las aves marinas que lo producen están protegidos por la ley.

Francisca Santana-Sagredo es profesora adjunta en la Universidad Católica de Chile. Julia Lee-Thorp es profesora emérita de Ciencia Arqueológica, y Rick Schulting es profesor de Arqueología Científica y Prehistórica. Ambos trabajan en la Universidad de Oxford, Reino Unido.


Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons. Puedes leer aquí el artículo original.


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