El siglo XXI llama a una revolución ecológica
| Martes 14 julio, 2009
El siglo XXI llama a una revolución ecológica
Este 14 de julio, fiesta nacional de Francia, cuando los franceses festejamos 220 años del momento en que nuestros antepasados ponían las primeras piedras de una sociedad fundada sobre la libertad y la democracia, cabe preguntarnos acerca de los retos a los cuales nosotros, ciudadanos del siglo XXI, debemos responder hoy.
Después de la Revolución Francesa, mi país fue percibido como la cuna de la lucha por Derechos Humanos universales. En los albores de este nuevo siglo, lo esencial es responder al desafío ecológico. Ya desde 2002 en Johannesburgo, el ex presidente Chirac buscaba despertar las conciencias cuando declaraba que “nuestra casa está en llamas y miramos hacia otro lado”.
Costa Rica es un verdadero tesoro donde resplandecen las joyas de su impresionante biodiversidad y sus inigualables paisajes. La contemplación de toda esa riqueza nos hace reflexionar sobre lo efímero de nuestra existencia humana la cual, sin embargo, ha socavado el equilibrio de la vida en todo el planeta. Este país es pionero en la adopción de mecanismos de conservación y de desarrollo sostenible. A imagen de la iniciativa “Paz con la naturaleza” del presidente Oscar Arias, el Gobierno francés se ha propuesto una política ambiciosa en el campo del medioambiente. En 2007, el presidente Nicolas Sarkozy puso en marcha una serie de medidas destinadas a luchar eficaz y concretamente contra las emisiones de gases de efecto invernadero. Se exige una implicación total de todos los sectores de la economía, buscando responder a las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de responder a las suyas.
Al igual que 1789, año que marcó el inicio de una revolución que instauraría la democracia en mi país, 2009 podría ser el año de una revolución medioambiental, de nivel planetario, que logre avances significativos en el reequilibrio ecológico de nuestra casa, de nuestra Tierra.
En mi calidad de embajador de Francia, me ha correspondido colaborar para que los deseos del país que represento, de responder a las exigencias medioambientales actuales, puedan por medio del diálogo y de la asociación con países que comparten esa misma visión, como Costa Rica, orientarse hacia el camino de su realización. En ese sentido, la visita en diciembre pasado del ministro de la Ecología y del Medioambiente, Jean-Louis Borloo; así como la de Brice Lalonde, embajador para la negociación internacional sobre cambio climático, en febrero anterior, permitieron formular una colaboración franco-costarricense en la perspectiva de la próxima Cumbre sobre cambio climático, en Copenhague. Todos esperamos que esta cita mundial logre compromisos concretos tendientes a revertir el fenómeno de degradación que ya sufrimos por el cambio climático. Confío en que la amistad franco-costarricense haga realidad esos propósitos. Es a escala local donde toman forma los acuerdos entre los pueblos y la fraternidad entre ciudadanos y naciones.
Fabrice Delloye
Embajador de Francia
Este 14 de julio, fiesta nacional de Francia, cuando los franceses festejamos 220 años del momento en que nuestros antepasados ponían las primeras piedras de una sociedad fundada sobre la libertad y la democracia, cabe preguntarnos acerca de los retos a los cuales nosotros, ciudadanos del siglo XXI, debemos responder hoy.
Después de la Revolución Francesa, mi país fue percibido como la cuna de la lucha por Derechos Humanos universales. En los albores de este nuevo siglo, lo esencial es responder al desafío ecológico. Ya desde 2002 en Johannesburgo, el ex presidente Chirac buscaba despertar las conciencias cuando declaraba que “nuestra casa está en llamas y miramos hacia otro lado”.
Costa Rica es un verdadero tesoro donde resplandecen las joyas de su impresionante biodiversidad y sus inigualables paisajes. La contemplación de toda esa riqueza nos hace reflexionar sobre lo efímero de nuestra existencia humana la cual, sin embargo, ha socavado el equilibrio de la vida en todo el planeta. Este país es pionero en la adopción de mecanismos de conservación y de desarrollo sostenible. A imagen de la iniciativa “Paz con la naturaleza” del presidente Oscar Arias, el Gobierno francés se ha propuesto una política ambiciosa en el campo del medioambiente. En 2007, el presidente Nicolas Sarkozy puso en marcha una serie de medidas destinadas a luchar eficaz y concretamente contra las emisiones de gases de efecto invernadero. Se exige una implicación total de todos los sectores de la economía, buscando responder a las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de responder a las suyas.
Al igual que 1789, año que marcó el inicio de una revolución que instauraría la democracia en mi país, 2009 podría ser el año de una revolución medioambiental, de nivel planetario, que logre avances significativos en el reequilibrio ecológico de nuestra casa, de nuestra Tierra.
En mi calidad de embajador de Francia, me ha correspondido colaborar para que los deseos del país que represento, de responder a las exigencias medioambientales actuales, puedan por medio del diálogo y de la asociación con países que comparten esa misma visión, como Costa Rica, orientarse hacia el camino de su realización. En ese sentido, la visita en diciembre pasado del ministro de la Ecología y del Medioambiente, Jean-Louis Borloo; así como la de Brice Lalonde, embajador para la negociación internacional sobre cambio climático, en febrero anterior, permitieron formular una colaboración franco-costarricense en la perspectiva de la próxima Cumbre sobre cambio climático, en Copenhague. Todos esperamos que esta cita mundial logre compromisos concretos tendientes a revertir el fenómeno de degradación que ya sufrimos por el cambio climático. Confío en que la amistad franco-costarricense haga realidad esos propósitos. Es a escala local donde toman forma los acuerdos entre los pueblos y la fraternidad entre ciudadanos y naciones.
Fabrice Delloye
Embajador de Francia