El sesgo de la Cumbre de la Democracia y la clarificación de los valores democráticos
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 05 abril, 2023
Artículo de opinión
Se aproxima la segunda Cumbre de la Democracia, con muchos países como participantes, pero aparentemente con un único criterio de democracia. Algunos países intentan resaltar su liderazgo democrático mundial en forma de Cumbre, utilizándola como frontera de la guerra fría, "línea divisoria" en el choque de civilizaciones y base para el poder blando. Los "ausentes" de las cumbres de la democracia son una serie de países que han sido definidos como "autoritarios". En el caso de la guerra de Ucrania, los valores democráticos, que sirven como uno de los factores clave, movilizan la impulsión de las sanciones por parte de determinadas coaliciones de estados identificando a Rusia como Estado autoritario.
En la actualidad, la lista de las democracias que más suenan internacionalmente está basada en fórmula estructural y todavía no se ha convertido en una práctica de carne y hueso, hasta se han terminado produciendo una dicotomía entre las normas y la realidad. Las elecciones son una forma de democracia, pero no son la totalidad. Si la democracia haga demasiado hincapié en las elecciones, conducirá inevitablemente a campaña y fraude electoral cada par de años, que soplarán un viento subyugador que deja sin aliento al valor de la propia democracia. En consecuencia, el boletín de calificaciones postelectoral de la gobernanza siempre queda por debajo de la lista de promesas electorales. Hay un ejemplo vívido reciente: Es de todos sabido que la libertad de prensa se interpreta también como la libertad del capital y de los determinados grupos de interés bajo la llamada "corrección política". Sin embargo, ¿constituye una ironía de esta libertad la utilización del poder público por ciertas coaliciones nacionales para reprimir a Tiktok?
Cuando las grandes potencias abusan de la noción de "seguridad nacional" y de la aplicación de la ley, es inevitable que se emerja una amenaza para los valores fundamentales de la democracia. Existen muchas críticas incluso dentro de estos países. El caso Snowden, el caso Assange, el caso Freud, etc., siempre invitan a la reflexión. ¿Cómo puede ganar la confianza de su propio pueblo y del mundo entero una práctica democrática semejante? ¿Qué pasa con los países modelo que han recibido la narrativa democracia? Afganistán, Irak, Libia, etc., van oscureciéndose la antorcha de victoria . ¿Será Ucrania la próxima víctima?
Cuando las supuestas formas de democracia se exportan en grandes cantidades y van descuartizando la civilización y la soberanía de otros países, los agentes democráticos pueden ser fomentados y controlados, los canales de control del capital sobre los recursos pueden ser completamente desbloqueados, las líneas vitales económicas de otros países pueden ser controladas por medios financieros, y la infiltración e inducción cultural y social puede ser impuesta, todo en nombre de la democracia y la obliteración de la diversidad de civilizaciones y el camino autónomo hacia la democracia. En cierto sentido, Hong Kong parece reflejar esto de forma más completa: basándose en el legado histórico del periodo colonial, Hong Kong y China continental tienen dos sistemas diferentes. Tras el retorno de Hong Kong, este sistema se mantuvo y se ha convertido en el centro de Asia. Aunque en Hong Kong se produjeron manifestaciones a gran escala e incluso enfrentamientos y disturbios, sólo los líderes que incitaron a otros a perturbar la sociedad fueron castigados por la ley, y los derechos legales de los participantes en general quedaron plenamente protegidos. Una vez que la sociedad se ha estabilizado, las cosas vuelven a su cauce, con una democracia electoral generalmente reconocida y las salvaguardias legales pertinentes.
Frente a la naturaleza monolítica de la democracia, frente a las cumbres para el espectáculo y la presencia hegemónica, la democracia debería volver a su esencia moral de servir al pueblo, a su esencia política de desarrollar modelos democráticos de forma autónoma en cada país, y a su esencia ecológica de democracia pluralista para el desarrollo pacífico de la humanidad. El propósito fundamental de la democracia no es la guerra, ni la hegemonía, ni la subversión, ni los privilegios de los grupos de interés, sino la auto legislación de los pueblos y la unión racional de las naciones, presentando la civilización humana en toda su diversidad e inclusividad.