El secreto bancario y la seguridad
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 06 mayo, 2009
Como parte de la creciente ola criminal que azota al país, se registra un aumento de los secuestros, hasta el momento casi todos de tipo “exprés”. En la actualidad los malhechores tienen que hacer estimaciones cuando solicitan el pago por la libertad de algún habitante que tuvo la mala fortuna de caer en sus manos. Pero con el levantamiento del secreto bancario, deberían todos los lectores estar conscientes de que podría haber un incremento en lo que es este tipo de crimen.
Si el Gobierno accede a la presión del G20 para instituir prácticas similares a las establecidas en los países de esa agrupación, y no mejora la seguridad pública, podemos todos esperar una situación trágica casi de inmediato. En el resto de Centroamérica, los secuestrados o sus familiares usualmente se encuentran frente a una demanda por montos que coinciden exactamente con lo que la víctima tiene en sus cuentas.
Cuando comienzan las negociaciones de pago, no puede el secuestrado o su familiar más cercano, hacer una contraoferta a lo que piden los cacos alegando que “no tienen más,” porque los criminales conocen lo que poseen en los bancos.
El problema no está en las instituciones bancarias que hacen lo imposible para proteger a sus clientes. Está en los sistemas de tributación directa que tienen libre acceso a las cuentas —lamentablemente no todos los empleados públicos centroamericanos son tan honestos, y el resultado es que la información se filtra a los criminales. Si pudiéramos estar seguros que todos los funcionarios costarricenses de Tributación Directa pudieran resistir la tentación de compartir información con organizaciones criminales, no habría problema. Es allí donde está el talón de Aquiles de toda la idea de levantar el secreto.
En el momento en que los habitantes con ciertas cantidades de dinero depositadas en los bancos y en las instituciones financieras se informan que el secreto bancario se va a levantar, es probable que muchos de estos de inmediato trasladarán todo lo que puedan a instituciones en el exterior. Podría producirse una fuga de capitales como no se ha visto en la historia nacional.
Una de las muchas cosas que han distinguido a Costa Rica de sus vecinos es precisamente la disposición de sus ciudadanos de dejar su capital en el país, trabajándolo con inversiones que les sirven a ellos y también a la economía como un todo. Habría que ver si no cambia esta situación con la entrada de un programa como quisiera imponer el G20. Esto no quiere decir que el G20 no tenga razón en pedir que se levante el secreto bancario en el país. El problema es que el Gobierno de Costa Rica no está preparado para combatir los actos delictivos que pudieran surgir, cuando ya el monto de lo que tienen los habitantes en los bancos se pone a la orden de los cacos.
Realmente es un desafío muy serio que tienen las autoridades nacionales. No colaborar con el G20 implica sanciones y otras restricciones que tendrían un impacto nocivo en el país, cuando menos se necesita, tomando en cuenta la crisis financiera mundial. Colaborar precipitadamente como quiere el G20 expondrá a la clase media para arriba a una posible ola de secuestros similar a la que se vive actualmente en México y las otras naciones centroamericanas.
¿Cómo proteger a los habitantes y a la vez cumplir con el G20? Por eso elegimos a nuestro gobierno para que busquen solución y a la vez nos protejan.
cdenton@cidgallup.com
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