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El presagio keynesiano en el ámbito laboral

Eric Briones Briones redaccion@larepublica.net | Lunes 12 julio, 2021

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Eric Briones

Doctor y Profesor en Derecho Laboral

Uno de los economistas, más influyentes a nivel mundial del siglo pasado, lo fue precisamente el señor John Maynard Keynes, a través de sus teorías en las disciplinas, no solo de la economía, sino de las ciencias jurídicas, de la administración, de la sociología, la historia y otras más. Su pensamiento primordialmente consistía en algo macroeconómico, así por ejemplo, dentro de una crisis como la actual (originada por la pandemia Covid-19) que roza una alta tasa de paro o desempleo, en el mundo; lo que propondría, sería la inversión estatal en obra pública, en donde la intervención estatal es fundamental, en cuanto al gasto público, cubriendo así el déficit/demanda agregada.

Precisamente este personaje Inglés, vino a considerar en el plano laboral, que cada vez -merced a la tecnología- al haber mayor producción, se iba a reducir la jornada que tendría que trabajar el ser humano, para subsistir. Similar pensamiento, de otros como Paul Lafargue, que prohijaba por la abolición del trabajo o el filósofo/periodista Francés, con su tesis sobre la sobriedad en todo, para evitar desfases/desequilibrios, así en el ámbito laboral, iba hacia una extinción, producto de las innovaciones futuras. Es decir, como se puede apreciar, esto no es un pensamiento nuevo, sino que se viene fraguando, por décadas, en pro de la mejor condición humana.

En este afán la OIT, vino desde el año de 1919, ha emitir dentro de su primer convenio, sobre las horas de trabajo, producto de los conatos del siglo X1X, por hacer más justo y humano el tiempo laborado. No obstante y a pesar de haberse cumplido más de 100 años, desde que se limitó la jornada de trabajo diaria a 8 horas diarias y 48 horas semanales; de existir una abismal diferencia de progreso tecnológico entre un siglo y otro (robótica, internet, inteligencia artificial, plataformas digitales, etc.), se sigue trabajando igual o más; siendo que Costa Rica, es el segundo a nivel latinoamericano, en donde se pasa más horas en el trabajo (o como diríamos en estos momentos, más tiempo conectados/teletrabajando), solo superado por México. Es que hay ensayos, en donde más bien, se han acortado los tiempos de trabajo semanales (no así el salario) y han sido un “éxito abrumador”, como por ejemplo, ha sucedido en Islandia (https://es.gizmodo.com/la-mayor-prueba-hasta-la-fecha-de-una-semana-laboral-de-1847230249) y Japón con la empresa Microsoft (https://www.youtube.com/watch?v=vpPRpXAZYvE&t=10s), en pro de una mayor productividad.

Entonces, es cierto lo que presagiaba Keynes, en cuanto a que existe más eficiencia y mayor producción, producto, de los nuevos inventos, no así, en referencia, a que se iba a laborar menos; ya que por el contrario, existen proyectos de ley, que proponen jornadas acumulativas, con el fin de tener más días libres, pero aumentando las horas diarias, cuando lo ideal, sería acumular días, pero con menos horas diarias, dentro de una lógica Keynesiana. Pareciera que como humanidad, nos hemos desbocado; produciendo más rápidamente y fácilmente, pero esa sobre abundancia (oferta), le estamos provocando la creación de una necesidad desmedida de consumo (demanda) y por ende, de obtener más dinero, a costa de trabajar más, dentro de un sistema irracional, que va en contra del lagom sueco y del Hygge danés; es decir, de la satisfacción y armonía personal e interna del trabajador y su familia, en un contorno social de bienestar general.

No hemos logrado superar, la relación antiquísima entre moralidad/religiosidad/filosofía/trabajo, en donde: “…los seis días trabajarás y harás todas tus labores; más el séptimo día es sábado o fiesta del señor Dios tuyo, ningún trabajo harás en el, …. Porque el hombre nace para trabajar y padecer”. “hay que amar el trabajo y huir de los honores, el hombre despreciable es el perezoso, quien coma que trabaje”. “El Profeta incita al hombre que trabaje hasta el último momento de su vida”; y una frase célebre: “Tu trabajo consiste en descubrir cuál es tu trabajo y, entonces, entregarte a él de corazón”. Y esto igual en el plano artístico musical, en donde el cantautor argentino Atahualpa Yupanqui, compuso en una de sus canciones más conocidas: “El trabajo es cosa buena. Es lo mejor de la vida. Pero la vida es perdida trabajando en campo ajeno. Unos trabajan de trueno y es para otros la llovida”. O para los que somos de más de edad, la famosa canción del negrito del Batey, la cual dentro de su letra cita: “A mi me llaman el negrito del Batey, porque el trabajo, para mi es enemigo. El trabajar yo sólo se lo dejo al Buey, porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”.

Bueno, parece que el presagio en comentario, se da actualmente, pero solo en un solo sentido, pues la verdad es que hoy, seguimos concibiendo que se debe laborar y laborar, para poder subsistir, dentro del mismo pensamiento capitalista decimonónico, pagando en muchos casos, con nuestra propia vida, como le ha sucedido a muchos “exitosos” workaholic, es decir, nacen, trabajan/trabajan/trabajan y mueren, sin otra visión o perspectiva de la vida.

En definitiva, el trabajo es importante, dignifica al ser humano, pero no debe ser el eje central de nuestra vida, es decir, debemos como humanidad encontrar una moderación, superando los tiempos de nuestros abuelos y sacarle provecho a las tecnologías (bajo el pensamiento de John Maynard Keynes), en pro de un sano equilibrio entre el desarrollo humano laboral, el personal y el familiar; y aquí es precisamente, la hoja de ruta en donde los programas políticos de gobierno, deben ir redireccionados, dentro de las futuras políticas públicas laborales de estado.













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