El nuevo modelo que hace falta
La diferencia entre los países que toman las decisiones correctas y otros que equivocan el camino es el nivel de su educación y la depuración de su cultura
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 04 julio, 2009
Democracia o dictadura, elecciones o golpes de Estado, autocracia o voluntad popular, corrupción u honradez, son características entre las cuales se mueven los ánimos políticos en América Latina hoy, pero también en el resto del mundo. La diferencia entre los países que toman las decisiones correctas y otros que equivocan el camino es el grado de la educación y la depuración de su cultura. Cuando estas bajan escalones la intención y la acción política también lo hacen inclinando peligrosamente su balanza hacia los extremos negativos. El juego siempre ha de existir porque de él se deriva la evolución. Cada crisis no es más que la evidencia de lo que se debe erradicar y una demostración de cuáles han sido las fallas más contundentes en el modelo de cultura imperante antes del conflicto. Analizada como tal, la situación actual de América Latina no parece poder encontrar el justo medio entre los peligrosos extremos, como no sea mediante una toma de conciencia de la necesidad de subir peldaños en educación y cultura, no tanto para alcanzar una sofisticación que igual podría estar equivocada, sino para recuperar lo mejor de su identidad en cada nación y “limpiarla” de la “maleza” adquirida en el camino. Solo así podrá la subregión moverse hacia una ruta de evolución que aspire a la madurez no solo en el genuino ejercicio de la política, que tanta falta hace hoy, sino en vislumbrar la vía del desarrollo basada en lo mejor de su cultura. Se necesita el surgimiento de un nuevo tipo de líder político cuya motivación nazca del deseo de recuperar el ideal de ejercer el poder por razones hoy casi olvidadas por muchos. Debe renacer la vocación política inspirada en conducir una nación para el bien común y que encuentre su gloria justamente en la erradicación de motivaciones espurias. Líderes que logren volver cristalinas las turbias aguas del ejercicio del poder, sin perder de vista que las ideologías se deforman y adquieren características esperpénticas, de nefastas consecuencias, cuando su interpretación y práctica es llevada a cabo desde bajos niveles de educación y cultura.