El efecto Cacique
| Miércoles 19 marzo, 2008
El efecto Cacique
La semana pasada, mientras exponía acerca de la necesidad de dolarizar la economía para superar la crisis cambiaria en Costa Rica, recordé a la audiencia que el presidente del Banco Central anunció ya que la institución “no moverá las bandas cambiarias”. De inmediato, un experimentado economista interrumpió preguntando si debemos creer en tal declaración. Respondí con el antecedente de nuestro análisis del llamado “error de diciembre”.
La crisis económica de México en 1994 es una de las más recientes con repercusiones mundiales. La popularidad y credibilidad del gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) habían alcanzado niveles muy altos. En enero de 1994, entró en vigencia el TLC con Estados Unidos y Canadá (NAFTA). Ese país experimentó una burbuja de crecimiento económico, propiciada por bajos niveles de inflación, privatización de entidades estatales y una fuerte inversión en infraestructura. No obstante, de acuerdo con los análisis de aquel momento, el peso mexicano se encontraba sobrevaluado, hecho que era constantemente minimizado y desvirtuado por equipos económicos y políticos cercanos a Salinas. En noviembre de 1994, los rumores de devaluación eran muy fuertes, pero el gobierno negó esa posibilidad: “Las finanzas gozan de una fuerte coraza”, afirmó el secretario de Hacienda Pedro Aspe.
El 1° de diciembre de 1994 tomó el poder Ernesto Zedillo. Pocos días después el presidente Zedillo mantuvo una reunión con empresarios mexicanos y extranjeros, para compartir con ellos los planes de devaluar la moneda. Originalmente, sus objetivos fueron subir la banda de la tasa de cambio fija, para pasar de 3,4 a 4 pesos por dólar, y modificar algunas de las políticas económicas de la administración anterior para detener la fuga de dólares de las reservas internacionales. El anuncio anticipado de la medida, a pesar de que era necesaria y técnicamente correcta, tuvo un impacto inesperado. A principios de 1995, ante la imposibilidad de poder “defender” la nueva banda cambiaria, la administración de Zedillo saltó a un sistema de libre flotación del peso, lo que disparó el tipo de cambio a 7,2 pesos por dólar en tan solo una semana.
Poco después de estos sucesos, con el actual presidente del Banco Central de Costa Rica como profesor de macroeconomía, analizamos estos eventos mexicanos. En particular, la conveniencia de anunciar anticipadamente la devaluación a los inversionistas —lo cual el presidente Salinas bautizó como el “error de diciembre”. Las severas consecuencias son conocidas como el “efecto Tequila”.
La experiencia mexicana dicta que la defensa de una política cambiaria insostenible tiene un impacto negativo sobre el sistema financiero y la economía real. Para evitar un “error”, el Central debe evaluar alternativas para superar la crisis cambiaria y tomar su decisión. Bajo las circunstancias actuales, la opción que permite eliminar el riesgo cambiario y un eventual “efecto Cacique” es la dolarización.
Luis E. Loría Rojas
Investigador IICE-UCR
La semana pasada, mientras exponía acerca de la necesidad de dolarizar la economía para superar la crisis cambiaria en Costa Rica, recordé a la audiencia que el presidente del Banco Central anunció ya que la institución “no moverá las bandas cambiarias”. De inmediato, un experimentado economista interrumpió preguntando si debemos creer en tal declaración. Respondí con el antecedente de nuestro análisis del llamado “error de diciembre”.
La crisis económica de México en 1994 es una de las más recientes con repercusiones mundiales. La popularidad y credibilidad del gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) habían alcanzado niveles muy altos. En enero de 1994, entró en vigencia el TLC con Estados Unidos y Canadá (NAFTA). Ese país experimentó una burbuja de crecimiento económico, propiciada por bajos niveles de inflación, privatización de entidades estatales y una fuerte inversión en infraestructura. No obstante, de acuerdo con los análisis de aquel momento, el peso mexicano se encontraba sobrevaluado, hecho que era constantemente minimizado y desvirtuado por equipos económicos y políticos cercanos a Salinas. En noviembre de 1994, los rumores de devaluación eran muy fuertes, pero el gobierno negó esa posibilidad: “Las finanzas gozan de una fuerte coraza”, afirmó el secretario de Hacienda Pedro Aspe.
El 1° de diciembre de 1994 tomó el poder Ernesto Zedillo. Pocos días después el presidente Zedillo mantuvo una reunión con empresarios mexicanos y extranjeros, para compartir con ellos los planes de devaluar la moneda. Originalmente, sus objetivos fueron subir la banda de la tasa de cambio fija, para pasar de 3,4 a 4 pesos por dólar, y modificar algunas de las políticas económicas de la administración anterior para detener la fuga de dólares de las reservas internacionales. El anuncio anticipado de la medida, a pesar de que era necesaria y técnicamente correcta, tuvo un impacto inesperado. A principios de 1995, ante la imposibilidad de poder “defender” la nueva banda cambiaria, la administración de Zedillo saltó a un sistema de libre flotación del peso, lo que disparó el tipo de cambio a 7,2 pesos por dólar en tan solo una semana.
Poco después de estos sucesos, con el actual presidente del Banco Central de Costa Rica como profesor de macroeconomía, analizamos estos eventos mexicanos. En particular, la conveniencia de anunciar anticipadamente la devaluación a los inversionistas —lo cual el presidente Salinas bautizó como el “error de diciembre”. Las severas consecuencias son conocidas como el “efecto Tequila”.
La experiencia mexicana dicta que la defensa de una política cambiaria insostenible tiene un impacto negativo sobre el sistema financiero y la economía real. Para evitar un “error”, el Central debe evaluar alternativas para superar la crisis cambiaria y tomar su decisión. Bajo las circunstancias actuales, la opción que permite eliminar el riesgo cambiario y un eventual “efecto Cacique” es la dolarización.
Luis E. Loría Rojas
Investigador IICE-UCR