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FORO DE LECTORES


El dolor de la injusticia

| Lunes 03 noviembre, 2008


El dolor de la injusticia

Cuatro años muy tarde, y después de graves y groseras violaciones a sus derechos humanos, por fin el ex presidente Rafael Angel Calderón F. podrá defenderse ante los jueces de la patria.
Bien sabemos que justicia retrasada no es justicia cumplida. Y el caso de Don Rafael Angel, como otros casos incluido el mío, evidencian el grave daño que se le ha hecho al sistema de derecho al eliminar los términos para presentar la acusación que se establecían en el antiguo Código de Procedimientos Penales.
Por otra parte, muy seriamente inconveniente ha resultado dejar la conducción de las investigaciones al arbitrio de la discrecionalidad del Ministerio Público y sin un efectivo control jurisdiccional. Mayor es la gravedad de esa situación cuando, como en nuestro caso, el órgano acusador y la sala constitucional son parte del Poder Judicial y por lo tanto las tareas de protección de los derechos humanos se ven subordinadas al celo de la defensa mutua de intereses institucionales compartidos. Y ni que decir cuando como ocurrió en nuestro país hace cuatro años, se unen las actuaciones del Ministerio Público en manos de un Fiscal General ávido de protagonismo y de ascensos políticos, de un Presidente con serias limitaciones para gobernar que trata de popularizarse con un alarde de falsa persecución a la corrupción y de un medio de prensa que pretende destruir toda expresión de poder que no sea la propia.
Las graves violaciones al debido proceso como fueron el irrespeto al secreto del procedimiento preliminar, el juicio mediático, la exhibición como condenado de una persona que no había sido ni siquiera acusada de delito mucho menos juzgada por un juez de la República, la condena vertida por quien no es el juez natural, el irrespeto a la dignidad humana de un señor ex presidente, configuran una oprobiosa violación al sistema de libertad que consagra nuestra Constitución y que ha sido trabajosamente y con gran dedicación construido en Costa Rica desde la propia independencia y el Pacto de Concordia. Todo eso resulta en evidente negación de la justicia y grave violación de derechos y garantías fundamentales que proclama nuestra Constitución.
Esa larga e ignominiosa cadena de manchas a nuestro sistema judicial se maximizó con el circo y el calabozo a los que sin fundamento alguno fuimos sometidos el señor ex presidente Calderón Fournier y el suscrito.
El dolor de la celda que sin justificación alguna se impuso a un ex presidente que demostró hasta la saciedad su deseo de someterse a las autoridades judiciales para defender su inocencia, y a otro ex presidente que incluso renunció por su libre arbitrio al puesto internacional más elevado que haya ejercido centroamericano alguno y volvió voluntariamente al país para hacerlo, demuestran con contundente evidencia la persecución arbitraria de la cual hemos sido víctimas.
Esos meses de prisión tan injustificada como dolorosa, me permitieron ser testigo del sufrimiento de Doña Gloria y de toda la querida familia de Don Rafael Angel, tan duro como los que han vivido Lorena y su madre, mis hijos, hermanos, familiares y amigos. Pero también me hicieron posible conocer tanto en el caso del ex presidente Calderón como en el mío, la bondad de miles de buenos costarricenses que nos brindaron su palabra de consuelo, su oración y su generoso apoyo y afecto.
Pido a Dios que ahora que finalmente podrá Don Rafael Angel defenderse ante el juez natural, imperen en su juicio como deben imperar en todos los casos sin excepción alguna, el debido proceso, la sana crítica y la independencia y honorabilidad de los jueces.

Miguel Angel Rodríguez








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