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Jueves, 28 de marzo de 2024



EDITORIAL


El agua que no cuidamos

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 11 marzo, 2009


Editorial


Es difícil para los costarricenses comprender que deban comenzar a producirse racionamientos de agua para ciertos sectores de la población.

Sin embargo, esa es la realidad que nos informa una nota de este medio ayer. El aumento y los malos hábitos en el consumo del agua y la reducción del caudal de los ríos que abastecen los tanques de captación de los acueductos, han llevado las cosas a tal punto que unas 250 mil personas podrían verse sin el líquido vital en los próximos meses a causa de racionamientos.

Pero en un país como este, donde llueve tanto durante tantos meses del año, lo que ha faltado no es el agua sino la debida atención de los gobiernos para hacer aquello que les correspondía. Es decir, realizar las obras que fueran necesarias para que el país contara con las represas adecuadas y un sistema de protección, mantenimiento y distribución también adecuados del vital líquido.

Ahora, cuando ya se comienzan a vivir las consecuencias de la desidia, para conservar y cuidar los mantos acuíferos, librarlos de cualquier tipo de contaminación, evitar que continúe imperando el desorden urbanístico como consecuencia de la falta de planes reguladores, construir las represas necesarias, entre otras cosas, se requiere el concurso de todos los sectores pensantes de la nación para diseñar una acción inmediata y eficiente del Gobierno central y los gobiernos locales.

Desde luego que, además, ante la falta de responsabilidad e inactividad que llevó al país a la presente situación, la población hoy deberá tomar rápida conciencia del cambio de cultura indispensable para evitar el desperdicio del agua, algo que se debió prever desde hace muchos años mediante campañas educativas para crear adecuada conciencia en los niños desde sus primeros años de vida.

El uso racional del agua debe ser la norma para toda la población, pero las acciones de gobierno deben ocurrir con celeridad y acierto sin retrasos burocráticos de ningún tipo. El esfuerzo y el sacrificio de las poblaciones que se verán más perjudicadas, deberán ir acompañados de regulaciones que impidan el desperdicio.







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