EE.UU. debe ayudar a Centroamérica
Bloomberg | Miércoles 29 julio, 2015 12:00 a. m.
EE.UU. debe ayudar a Centroamérica
En momentos en que el Congreso de los Estados Unidos considera la situación de miles de personas de Honduras, Guatemala y El Salvador que siguen trasladándose al norte todos los meses, debería tener presente esa situación.
La mejor política –y la más efectiva en cuanto a costos- para los Estados Unidos es contribuir a enfrentar la pobreza y la delincuencia que siguen afectando el llamado Triángulo del Norte. Eso exige la cooperación de los propios países, por supuesto, y hay indicios de que sus gobernantes –presionados por una opinión pública alarmada- podrían ponerse a la altura de la tarea. El Congreso no debe dejar pasar esta oportunidad.
La indignación pública respecto de la corrupción y la impunidad ha alcanzado un punto político clave y ha derivado en la destitución del vicepresidente, el banquero central y varios otros ministros en Guatemala. Ahí y en Honduras, los gobiernos han respondido a las protestas sin recurrir a la represión. Por otra parte, hay indicios, sobre todo en Guatemala, de que los fiscales (con ayuda de las Naciones Unidas) están más dispuestos y en mejores condiciones para obligar a los funcionarios corruptos a rendir cuentas.
Inmigración
También ayuda que las economías de la región se hayan recuperado de la recesión de 2008 y 2009 y que se beneficien del viento de cola global. La recuperación de los Estados Unidos impulsa sus exportaciones; un dólar fuerte eleva el valor de las remesas, las cuales representan una parte importante de su producto interno bruto. Los precios más bajos del petróleo han reducido las cuentas de importación de combustible. Los pasos hacia una mayor integración regional, tales como una unión aduanera entre Honduras y Guatemala, tienen la posibilidad de mejorar el comercio y la inversión.
Es ahí donde intervienen los Estados Unidos. No pueden poner fin a la violencia en Centroamérica, pero tienen su cuota de responsabilidad en ello y se beneficiarían de su declinación. La sed estadounidense de drogas sostiene los carteles centroamericanos, cuyos miembros se formaron con frecuencia en cárceles de los Estados Unidos. Hasta que esa violencia no disminuya –y haya una reducción del crimen “desorganizado” que afecta a aun más ciudadanos-, el torrente de migrantes, muchos de ellos niños solos, seguirá fluyendo hacia el norte, a la frontera estadounidense.
Bloomberg