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Sábado, 20 de abril de 2024



EDITORIAL


¿Educar nos cuesta caro?

| Viernes 05 septiembre, 2014




Tema complejo el de la educación, pero de tal importancia que puede significar una mejor o peor calidad en la vida y la actividad nacional. La superación personal incide en forma directa en la producción y demás aspectos de la sociedad


¿Educar nos cuesta caro?

El conocimiento de que el gobierno aumentó el presupuesto a las universidades públicas, despertó diversos comentarios en medios de comunicación y redes sociales.
La puntualización, en una nota de este medio ayer, sobre la forma como se distribuye ese presupuesto en la UCR aumenta el interés.
Un 78% del mismo se utiliza para pagar salarios y remuneraciones. Estas últimas corresponden a sustituciones o contrataciones temporales. Además, la institución acude a otras fuentes de financiamiento para invertir en infraestructura.
La pregunta podría ser si ese 78% invertido en salarios y remuneraciones es lo razonable o no en una entidad cuya misión es educar, para lo cual debe contar con la cantidad idónea de profesorado, personal de apoyo y administrativo.
Estudio aparte merece el hecho de que las universidades públicas son centros de investigación que, bien dirigidos, deben aportar conocimiento, innovación y en general buenas iniciativas a la sociedad civil. Estos también requieren personal pero, eso sí, deben proyectar su labor en beneficio de la producción.
Más allá de eso, hay una crítica recurrente en los últimos tiempos acerca de que el presupuesto de las universidades públicas se destina en buena medida a formar jóvenes provenientes de hogares que cuentan con muchos recursos económicos y que no deberían tener necesidad de optar por una universidad pública.
En realidad, la solución a este problema está en la calidad de educación que reciben muchos de los alumnos de escuelas y colegios públicos.
Esto por cuanto el ingreso a las universidades del Estado —estando limitado su cupo y quedando muchos estudiantes por fuera cada año— da prioridad de ingreso en general a quienes llegan con mejores calificaciones.
Suele ocurrir que muchos de los que tienen esas mejores calificaciones provienen de hogares con buenos ingresos que han mandado a sus hijos a colegios privados.
Elevar entonces la calidad de la formación en los centros públicos que están graduando estudiantes con notas bajas, sería un punto a considerar.
Esto, desde luego, no puede generalizarse, porque hay escuelas y colegios públicos de alta calidad a pesar de no contar con los recursos materiales de que disponen otros. La gran diferencia a veces pueden marcarla maestros y profesores, así como la participación del hogar.
Tema complejo este, pero de tal importancia que puede significar una mejor o peor calidad en la vida y la actividad nacional. La superación personal incide en forma directa en la producción y demás aspectos de la sociedad.







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