Economicismo detrás de Zonas Francas
| Sábado 22 octubre, 2011
Economicismo detrás de Zonas Francas
El impuesto de la renta que se desea aplicar a las empresas que hoy gozan de los privilegios del Régimen de Zonas Francas (RZF), ha sido objeto de debate. El porcentaje a tributar (30% o menos dependiendo de ciertas condiciones de las empresas según el Plan Fiscal) no representa un monto exuberante o imposible de pagar por cualquier multinacional, pues además ya constituye un impuesto que la mayoría paga sobre la repatriación de sus utilidades en sus países de origen dándole así un carácter universal.
Su pago en el territorio nacional incluso reduce la carga impositiva que deben afrontar en sus respectivos países, evitando así la doble tributación de la que muchos se quejan y evidenciando además, que su exoneración es una ilógica y hasta irónica condonación de recursos de un país pobre a uno rico.
Se inunda entonces el panorama con amenazas por parte de estas empresas de abandonar el país, y muchos dicen que “Costa Rica perderá competitividad”. Se sigue considerando esta como un objetivo y no como el producto residual de un mejoramiento y transformación de procesos productivos en sistemas más integrales y comprometidos con un verdadero bienestar social.
Utilizar parte de los tributos recaudados de empresas multinacionales para inversión efectiva en educación, infraestructura, seguridad social, ciencia y tecnología, constituiría un sólido argumento para caracterizar a Costa Rica como atrayente de inversión externa, si eso es lo que se desea.
La Promotora de Comercio Exterior costarricense dejó entrever en los últimos días un balance en el que se presentan los supuestos beneficios del RFZ, donde tres datos son de peculiar interés.
Primero, que para 2010 las exportaciones de bienes constituyen el 51% del total, es decir alrededor de US$ 4.838 millones, sin embargo de esta cifra el 37,3% (US$ 1.806 millones) representa las exportaciones realizadas por una única megaempresa, Intel, mientras que las de las otras compañías no superan el 10% del total, despojando al resultado así de la cualidad de sorprendente que se le quería atribuir.
Segundo, mostrar como heroica la generación de 58.012 empleos directos cae en la exageración, pues al sopesarlo con la fuerza laboral total de Costa Rica, este solo representa el 3,05% para el presente año. Por último, se torna imprudente alabar al régimen basado en salarios promedio, sabiendo que el promedio es un dato afectado por valores extremos, por lo que la presencia de casos con salarios sumamente altos alteraría el resultado final.
Si se quiere evaluar la conveniencia o no de un régimen de exoneración para las Zonas Francas no basta solo con observar un par de cifras. Es necesario valorar el impacto social, cultural y político que este tipo de iniciativas le generan a la sociedad en su conjunto, sobre todo cuando su fundamento se centra en un modelo de desarrollo tan agotado como el de promoción de exportaciones que no ha hecho más que acentuar la polarización social y la dependencia económica externa.
Rodrigo Corrales Mejías
Economista
El impuesto de la renta que se desea aplicar a las empresas que hoy gozan de los privilegios del Régimen de Zonas Francas (RZF), ha sido objeto de debate. El porcentaje a tributar (30% o menos dependiendo de ciertas condiciones de las empresas según el Plan Fiscal) no representa un monto exuberante o imposible de pagar por cualquier multinacional, pues además ya constituye un impuesto que la mayoría paga sobre la repatriación de sus utilidades en sus países de origen dándole así un carácter universal.
Su pago en el territorio nacional incluso reduce la carga impositiva que deben afrontar en sus respectivos países, evitando así la doble tributación de la que muchos se quejan y evidenciando además, que su exoneración es una ilógica y hasta irónica condonación de recursos de un país pobre a uno rico.
Se inunda entonces el panorama con amenazas por parte de estas empresas de abandonar el país, y muchos dicen que “Costa Rica perderá competitividad”. Se sigue considerando esta como un objetivo y no como el producto residual de un mejoramiento y transformación de procesos productivos en sistemas más integrales y comprometidos con un verdadero bienestar social.
Utilizar parte de los tributos recaudados de empresas multinacionales para inversión efectiva en educación, infraestructura, seguridad social, ciencia y tecnología, constituiría un sólido argumento para caracterizar a Costa Rica como atrayente de inversión externa, si eso es lo que se desea.
La Promotora de Comercio Exterior costarricense dejó entrever en los últimos días un balance en el que se presentan los supuestos beneficios del RFZ, donde tres datos son de peculiar interés.
Primero, que para 2010 las exportaciones de bienes constituyen el 51% del total, es decir alrededor de US$ 4.838 millones, sin embargo de esta cifra el 37,3% (US$ 1.806 millones) representa las exportaciones realizadas por una única megaempresa, Intel, mientras que las de las otras compañías no superan el 10% del total, despojando al resultado así de la cualidad de sorprendente que se le quería atribuir.
Segundo, mostrar como heroica la generación de 58.012 empleos directos cae en la exageración, pues al sopesarlo con la fuerza laboral total de Costa Rica, este solo representa el 3,05% para el presente año. Por último, se torna imprudente alabar al régimen basado en salarios promedio, sabiendo que el promedio es un dato afectado por valores extremos, por lo que la presencia de casos con salarios sumamente altos alteraría el resultado final.
Si se quiere evaluar la conveniencia o no de un régimen de exoneración para las Zonas Francas no basta solo con observar un par de cifras. Es necesario valorar el impacto social, cultural y político que este tipo de iniciativas le generan a la sociedad en su conjunto, sobre todo cuando su fundamento se centra en un modelo de desarrollo tan agotado como el de promoción de exportaciones que no ha hecho más que acentuar la polarización social y la dependencia económica externa.
Rodrigo Corrales Mejías
Economista