"Eat, Pray, Love", para emular a Julia Roberts
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 12 octubre, 2010
“Eat, Pray, Love”, para emular a Julia Roberts
Bali en un lugar de peregrinaje de treintañeras y cuarentonas que quieren emular a la actriz estadounidense
La película “Eat, Pray, Love” ha convertido la isla de Bali en un lugar de peregrinaje de treintañeras y cuarentonas que quieren emular a la actriz estadounidense Julia Roberts en su búsqueda de “paz interior” y, si es posible, un novio como el español Javier Bardem.
En la cinta, Roberts interpreta a una periodista y escritora estadounidense que tras un divorcio y una crisis existencial emprende un viaje por Italia, India y Bali, mientras que Bardem da vida a un brasileño del que se enamora al final de su periplo.
El filme está basado en el libro autobiográfico homónimo de la escritora y periodista Elizabeth Gilbert, que relató el viaje en forma de diario íntimo.
Algunos locales y expatriados en Bali —los que no viven del turismo— no ven con buenos ojos a estas místicas visitantes “que se buscan a sí mismas”, ataviadas con saris y libros sobre yoga.
En Ubud, situada entre campos de arroz en el corazón de la isla, transcurre la romántica historia entre Gilbert y su amante brasileño, que con su calvicie tipo “Picasso” y sus canas se aleja bastante del físico del actor español.
La primera parada obligada para las entusiastas de la película es la clínica-restaurante de la “curandera espiritual” Wayan Nuriasih, anunciada en la guía de viajes Lonely Planet como uno de los personajes que aparecen en el libro y en la película.
Una estadounidense de mediana edad se asoma con una guía en la mano y una sonrisa beata por la consulta de Wayan y contempla el interior como quien visita un lugar sacrosanto de peregrinación.
Tres mesas ocupan el recibidor-restaurante de la consulta y, junto a las estanterías de los tarros de plantas y especias y los libros de remedios y recetas, cuelgan las fotos de Wayan, Gilbert y la propia Roberts.
La curandera vive en la planta superior, junto con su hija Tutti y dos jóvenes que adoptó al encontrarlas abandonadas.
“Wayan no está esta mañana, está rezando en el templo y esta tarde tiene varias consultas”, informa con una amabilidad contagiosa uno de los siete trabajadores empleados en la tienda.
Gilbert cambió radicalmente la suerte de Wayan, una divorciada que vivía al borde del desahucio, al recaudar $18 mil para comprar los terrenos y construir la consulta.
Desde el libro y la película, no paran de llegar clientes para probar su menú especial multivitaminas, que incluye papaya, algas, arroz rojo o zumo de mandarina con miel y lima, por casi $7 o someterse a un tratamiento completo de salud de unas tres horas (unos $95).
La segunda parada, aún no anunciada en las guías de viajes, es la vivienda-consultorio de Ketut Liyer, el vidente y artista con el que arranca el peregrinaje de Gilbert-Roberts por la culinaria Italia, la mística India y la sensorial Bali.
“Después de ver la película y leer el libro, me vine a Bali para vivir las mismas experiencias que Liz Gilbert”, explica Caroline, una sudafricana al final de la treintena, acompañada de una amiga.
“Lo mejor de ‘Eat, Pray, Love’ es que se trata de una historia real, puedes venir a Bali y visitar los mismos lugares y hablar con las mismas personas de la historia”, se lee en la puerta del consultorio de Ketut.
Ubud / EFE
Bali en un lugar de peregrinaje de treintañeras y cuarentonas que quieren emular a la actriz estadounidense
La película “Eat, Pray, Love” ha convertido la isla de Bali en un lugar de peregrinaje de treintañeras y cuarentonas que quieren emular a la actriz estadounidense Julia Roberts en su búsqueda de “paz interior” y, si es posible, un novio como el español Javier Bardem.
En la cinta, Roberts interpreta a una periodista y escritora estadounidense que tras un divorcio y una crisis existencial emprende un viaje por Italia, India y Bali, mientras que Bardem da vida a un brasileño del que se enamora al final de su periplo.
El filme está basado en el libro autobiográfico homónimo de la escritora y periodista Elizabeth Gilbert, que relató el viaje en forma de diario íntimo.
Algunos locales y expatriados en Bali —los que no viven del turismo— no ven con buenos ojos a estas místicas visitantes “que se buscan a sí mismas”, ataviadas con saris y libros sobre yoga.
En Ubud, situada entre campos de arroz en el corazón de la isla, transcurre la romántica historia entre Gilbert y su amante brasileño, que con su calvicie tipo “Picasso” y sus canas se aleja bastante del físico del actor español.
La primera parada obligada para las entusiastas de la película es la clínica-restaurante de la “curandera espiritual” Wayan Nuriasih, anunciada en la guía de viajes Lonely Planet como uno de los personajes que aparecen en el libro y en la película.
Una estadounidense de mediana edad se asoma con una guía en la mano y una sonrisa beata por la consulta de Wayan y contempla el interior como quien visita un lugar sacrosanto de peregrinación.
Tres mesas ocupan el recibidor-restaurante de la consulta y, junto a las estanterías de los tarros de plantas y especias y los libros de remedios y recetas, cuelgan las fotos de Wayan, Gilbert y la propia Roberts.
La curandera vive en la planta superior, junto con su hija Tutti y dos jóvenes que adoptó al encontrarlas abandonadas.
“Wayan no está esta mañana, está rezando en el templo y esta tarde tiene varias consultas”, informa con una amabilidad contagiosa uno de los siete trabajadores empleados en la tienda.
Gilbert cambió radicalmente la suerte de Wayan, una divorciada que vivía al borde del desahucio, al recaudar $18 mil para comprar los terrenos y construir la consulta.
Desde el libro y la película, no paran de llegar clientes para probar su menú especial multivitaminas, que incluye papaya, algas, arroz rojo o zumo de mandarina con miel y lima, por casi $7 o someterse a un tratamiento completo de salud de unas tres horas (unos $95).
La segunda parada, aún no anunciada en las guías de viajes, es la vivienda-consultorio de Ketut Liyer, el vidente y artista con el que arranca el peregrinaje de Gilbert-Roberts por la culinaria Italia, la mística India y la sensorial Bali.
“Después de ver la película y leer el libro, me vine a Bali para vivir las mismas experiencias que Liz Gilbert”, explica Caroline, una sudafricana al final de la treintena, acompañada de una amiga.
“Lo mejor de ‘Eat, Pray, Love’ es que se trata de una historia real, puedes venir a Bali y visitar los mismos lugares y hablar con las mismas personas de la historia”, se lee en la puerta del consultorio de Ketut.
Ubud / EFE