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¿Dónde están nuestras frutas?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 26 septiembre, 2012



¿Dónde están nuestras frutas?

A cinco minutos del aeropuerto de Managua, en mi viaje más reciente, pude comprar una bolsita de mamones, bien gordos y dulces. En el almuerzo de ese día me sirvieron icaco en miel y en la mañana del día siguiente había anonas para acompañar al gallo pinto del desayuno. Me puse a pensar que nunca veo estas frutas acá en Costa Rica.
En los supermercados donde acostumbro comprar puedo encontrar seis variedades de manzanas, tres de peras y a veces hay “kiwis” en promoción. Ofrecen tres o cuatro variedades de uvas y también ciruelas y melocotones. Brindan lo mismo que se puede encontrar en un supermercado en Detroit o en Montreal. Es cierto que también cuentan con sandía, mangos, bananos y piña, pero, ¿qué pasó con la fruta que realmente hacía una delicia de la vida en estas latitudes?
Me puse a pensar que no recuerdo la última vez que he visto un zapote, mucho menos haber tenido la oportunidad de comer uno. Perdí la muy breve temporada cuando hubo caimitos, pero tampoco vi esa fruta por ningún lado.
Mucha de la fruta tropical se preparaba en frescos; uno de mis favoritos siempre fue el de marañón, que deja una sensación especial en la garganta después de tomarlo. Pero también me gustaban el nance, el chan y el cas. Este último todavía se encuentra a veces. COPA, la aerolínea panameña, siempre ofrece un fresco de guayaba/piña; pareciera que son los únicos que lo tienen y no lo he visto en San José.
Hay muchas frutas que supongo que han desaparecido del todo del país. Pienso en el papaturro, el sonzapote, la manzana de agua, la granada y el espavel. Me han dicho que solo las ardillas ticas disfrutan de los jocotes, pero únicamente los veo ahora si viajo a otra nación centroamericana.
Me imagino que las ejecutivas de los supermercados dirán que la razón de no ofrecer estas y otras como el guapinol, la granada, y el níspero es que no encuentran en cantidades suficientes para suministrarlas a todas sus tiendas. Dirán que no se cultivan en fincas grandes, sino que son pequeños agricultores los que producen ocasionalmente estas delicias; las llevan al Mercado Borbón para venderlas a los que tienen la buena fortuna de llegar a ese centro comercial cuando se ofrecen.
Lo que me preocupa con esta situación es que ya hay toda una generación de costarricenses que no saben que es un guastomate o un capulín, mucho menos han probado alguno. Al no conocer estas y tantas más de las frutas, tampoco las reconocerían ni las comprarían. Entonces los agricultores pueden tener uno que otro palo para su consumo propio, pero ya no piensan en llevar este tipo de producto al mercado.
Voy a ver si encuentro una papaya de las ricas que tanto abundan en el país ahora, y ver si preparo un buen fresco en leche de esa maravilla mientras que pienso en toda la abundancia tropical que parece que se ha perdido.

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com

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