Dilma Rousseff, ¿víctima de misoginia?
| Lunes 25 abril, 2016
Dilma Rousseff, ¿víctima de misoginia?
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha salido a la prensa nacional y extranjera a exculparse por la aprobación de un proceso de destitución en su contra, que aprobó recientemente la Cámara de Diputados. El proceso abrirá la puerta en el Senado para decidir si hay base para un juicio en su contra por presunto maquillaje de las cuentas públicas.
Los que apoyan a Rousseff han cuestionado la moral de quienes votaron a favor del proceso de enjuiciamiento a la Presidenta, debido a que el 60% (200 de los 367) de los representantes legislativos brasileños tiene causas judiciales pendientes, gran parte de ellas por corrupción. Unido a esto, 36 de los 65 miembros de la Comisión de Impeachment (proceso de juicio para una persona que ocupa un alto cargo público), que elaboró el informe favorable a la destitución de Dilma Rousseff, enfrentan acciones judiciales por diversos delitos.
Indistintamente de que la mandataria sea o no culpable de los señalamientos, una de las grandes preocupaciones de la comunidad internacional es el comportamiento misógino que ha permeado en la discusión pública.
Los comentarios indignantes dirigidos a la Rousseff han roto cualquier línea que haya existido entre lo profano, pedestre y misógino, al punto de que la Organización de las Naciones Unidas para las Mujeres (ONU Mujeres) ha condenado la violencia sexista y política que se está ejerciendo en su contra, instando a que se salvaguarde el Estado de derecho.
“Ninguna discrepancia política o protesta puede abrir margen para justificar la banalización de la violencia de género —práctica patriarcal y misógina que invalida la dignidad humana”, destacó ONU Mujer en un comunicado de prensa, y pidió serenidad en las manifestaciones y no violencia frente a los debates públicos.
La agresión hacia la Presidenta, promovida por los diputados de oposición, con comentarios y palabras abyectas y degradantes, tanto verbales como en pancartas y “posts” en redes sociales, incluyen desde llamarla “autista”, “vaca”, “bruja” y “fea”, hasta “puta”.
Pablo Gentili, director ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) dijo: “El Congreso brasileño es simplemente repugnante, misógino, machista y reaccionario. Como con la prensa, todo el mundo piensa que el congreso de su país es el peor del mundo. Desconozco si existe un termómetro de repugnancias, pero la del Congreso brasileño quizás sea imbatible”.
No conocemos el futuro político de doña Dilma, pues se requiere todavía que los senadores aprueben el impeachment, que abrirá las puertas a que ella sea licenciada por 180 días, quedando a la espera de la decisión de la Corte Suprema de su destitución como Presidenta.
Lo que sí parece ser cierto, es que más allá de un juicio por corrupción y una acción política por salvaguardar la soberanía popular, base y fundamento de la democracia, la 36° Presidenta de la República Federativa del Brasil, exjefa del Gabinete Civil de la Presidencia y exministra de Minas y Energía, ha sido víctima de quienes todavía insisten en preservar las bases racistas, discriminadoras y sexistas sobre las que se construyó la sociedad brasileña, país que ocupa hoy el segundo porcentaje más bajo de representación de la mujer en cargos políticos (10%) y uno de los diez con mayores femicidios en el mundo.
Marilyn Batista Márquez
Presidenta Programa para el Desarrollo Mujer Empresaria - Cámara de Comercio