"Dichoso don Leopoldo, que vivió la vida a su manera"
| Sábado 21 enero, 2012
“Dichoso don Leopoldo, que vivió la vida a su manera”
Murió el mes pasado don Leopoldo Barrionuevo, luchador empedernido y ciudadano de nuestra América Latina por convicción y vivencias; quien salió de su barrio en Buenos Aires para recorrer el mundo y muchos años después se quedó en esta tierra, atrapado por la otrora sencillez de su gente y la bondad de este pueblo tico.
Su vida estuvo llena de satisfacciones, de luchas, de aventuras y realizaciones en un paseo existencial que vivió a su manera. Haciéndoles trampas a las finanzas, a su salud que de a poco se convirtió en precaria, pero sobre todo a esta época de la post-modernidad en donde la prisa y los falsos valores privan en la forma de hacer carrera. Por eso murió defendiendo el valor de la calle, de la conversación sin apuros, de la carrera a base de luchas y realizaciones; de ir ganando de una en una esas pequeñas y grandes batallas de la vida.
A lo largo de su hermosa historia, que relata con gran amenidad y sencillez en su libro “Valió la pena vivirlo”, le tocó vivir las más críticas etapas del siglo 20. Y también vivió el tango intensamente. Se dejó aprisionar por la pasión del fútbol y fue un enamorado de por vida del Racing de la Academia. Encontró que la mejor manera de educar no era en las aulas y se tiró a la calle a enseñar la buena nueva de la mercadotecnia. Siempre gustando de la buena vida, de las grandes amistades que le duraron por siempre.
Estaba feliz de participar activamente en esta época. Decía que cuando por su salud se vio enfrentado al retiro, se negó rotundamente pues no quería perderse la oportunidad de vivir y ser parte de este cambio en el mundo empresarial del siglo 21; estaba muy contento por haber logrado tener su propia página en Internet y haber sido nombrado profesor invitado en la Universidad de Pittsburgh. Otra gran alegría fue la distinción de La Academia Nacional del Tango de la República de Argentina, nombrándole Académico, por su papel en la promoción de esta música y como reconocimiento a su libro “100 Años de Tango” de 1978. Para rematar su prolífica obra escrita, pudo coronar un sueño pocos días antes de su muerte con la publicación de su libro “Elogios”, una selección de sus mejores artículos en el periódico LA REPUBLICA.
En los 70s y 80s se convirtió en leyenda como asesor de casi todas las grandes empresas ticas de la época; creando eslóganes para Lacsa, para Dos Pinos, montado en los camiones ruteros de la Cervecería y descubriendo la importancia de las pulperías en nuestra historia. Fue de los primeros que nos hablaron del marketing, de los primeros en transmitir las enseñanzas de Peter Drucker y el primero en crear una revista especializada (Marketing Interamericano). ¿Y qué decir de sus famosas agendas de cuero fino que eran signo de distinción y “ejecutivismo” en la época pre-electrónica?
Lo increíble es que todavía estaba lleno de proyectos, de sueños, de ilusiones y de mucho que darle a este mundo.
Ronald Rivera
Murió el mes pasado don Leopoldo Barrionuevo, luchador empedernido y ciudadano de nuestra América Latina por convicción y vivencias; quien salió de su barrio en Buenos Aires para recorrer el mundo y muchos años después se quedó en esta tierra, atrapado por la otrora sencillez de su gente y la bondad de este pueblo tico.
Su vida estuvo llena de satisfacciones, de luchas, de aventuras y realizaciones en un paseo existencial que vivió a su manera. Haciéndoles trampas a las finanzas, a su salud que de a poco se convirtió en precaria, pero sobre todo a esta época de la post-modernidad en donde la prisa y los falsos valores privan en la forma de hacer carrera. Por eso murió defendiendo el valor de la calle, de la conversación sin apuros, de la carrera a base de luchas y realizaciones; de ir ganando de una en una esas pequeñas y grandes batallas de la vida.
A lo largo de su hermosa historia, que relata con gran amenidad y sencillez en su libro “Valió la pena vivirlo”, le tocó vivir las más críticas etapas del siglo 20. Y también vivió el tango intensamente. Se dejó aprisionar por la pasión del fútbol y fue un enamorado de por vida del Racing de la Academia. Encontró que la mejor manera de educar no era en las aulas y se tiró a la calle a enseñar la buena nueva de la mercadotecnia. Siempre gustando de la buena vida, de las grandes amistades que le duraron por siempre.
Estaba feliz de participar activamente en esta época. Decía que cuando por su salud se vio enfrentado al retiro, se negó rotundamente pues no quería perderse la oportunidad de vivir y ser parte de este cambio en el mundo empresarial del siglo 21; estaba muy contento por haber logrado tener su propia página en Internet y haber sido nombrado profesor invitado en la Universidad de Pittsburgh. Otra gran alegría fue la distinción de La Academia Nacional del Tango de la República de Argentina, nombrándole Académico, por su papel en la promoción de esta música y como reconocimiento a su libro “100 Años de Tango” de 1978. Para rematar su prolífica obra escrita, pudo coronar un sueño pocos días antes de su muerte con la publicación de su libro “Elogios”, una selección de sus mejores artículos en el periódico LA REPUBLICA.
En los 70s y 80s se convirtió en leyenda como asesor de casi todas las grandes empresas ticas de la época; creando eslóganes para Lacsa, para Dos Pinos, montado en los camiones ruteros de la Cervecería y descubriendo la importancia de las pulperías en nuestra historia. Fue de los primeros que nos hablaron del marketing, de los primeros en transmitir las enseñanzas de Peter Drucker y el primero en crear una revista especializada (Marketing Interamericano). ¿Y qué decir de sus famosas agendas de cuero fino que eran signo de distinción y “ejecutivismo” en la época pre-electrónica?
Lo increíble es que todavía estaba lleno de proyectos, de sueños, de ilusiones y de mucho que darle a este mundo.
Ronald Rivera