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Diálogo, sello propio de Chinchilla

Natasha Cambronero redaccion@larepublica.net | Miércoles 29 septiembre, 2010




La negociación antes que la imposición ha sido la consigna de la Presidenta para solucionar conflictos
Diálogo, sello propio de Chinchilla
El gran reto que enfrenta la mandataria es el de cumplir sus compromisos

Para tratar de resolver los conflictos que surgen a su paso en estos cuatro meses y medio de gestión, la presidenta Laura Chinchilla ha implementado el diálogo como marca para gobernar.
Incluso los diputados de oposición le destacan a la gobernante el uso de la negociación antes que la imposición, en los encuentros que han sostenido cuando le han planteado alguna que otra inquietud.
Sin embargo, para que la estrategia de Chinchilla permanezca, debe conseguir todas las herramientas que le permitan cumplir sus compromisos, pues hay quienes opinan que de lo contrario el avance que ha conseguido hasta ahora podría revertirse y más bien acrecentar los reclamos. A su vez, el abusar del diálogo pospondría las decisiones que requiere el país.
En cuanto a su don de conciliación, Chinchilla se sentó en dos ocasiones a negociar y tras semanas de discusiones alcanzó un acuerdo.
Fueron los porteadores quienes la pusieron a prueba y tras varias reuniones, ambas partes acordaron cobijar a los transportistas bajo la figura de “servicio especial estable de taxi”, apaciguando así la conmoción popular y el tortuguismo en las principales vías del país, aunque a medias, pues un sector no quedó conforme.
Poco tiempo después fueron los rectores de las universidades públicas quienes estaban sentados en Casa Presidencial tratando de que se les cumpliera una añeja promesa de aumentarles el presupuesto.
Al final se alcanzó un acuerdo para dotar a las universidades de más recursos de forma gradual.
Actualmente dialoga con la cúpula del Sindicato de Trabajadores de Japdeva en busca de un plan para modernizar los puertos del Caribe.
Además mantiene una estrecha relación con la Iglesia católica, la cual no había sido tomada en cuenta por otras administraciones.
“Doña Laura redefinió la forma de gobernar, pues su gestión se ha centrado en el acuerdo, en sentarse a negociar; lo hemos visto en dos casos y no sería raro que lo sigamos viendo”, dijo Carlos Carranza, director de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional.
La mandataria también se ha mostrado abierta a conversar con la oposición en el Congreso, a escuchar sus inquietudes y tratar de buscar un consenso para agilizar el trámite de algunos proyectos de ley que al Poder Ejecutivo le interesa impulsar.
Esto ha generado que incluso las bancadas antagónicas al gobierno resalten el papel de apertura de la mandataria.
“Chinchilla, cuando fue diputada en 2006, lo hizo en una Asamblea que por primera vez fue multipartidista; en este sentido, ella aprendió a negociar y no a imponer su voluntad, como ocurría con el bipartidismo”, opinó Constantino Urcuyo, politólogo.
De igual forma, hay quienes creen que si la mandataria va a continuar con su política de diálogo durante toda su gestión, es necesario que trace una estrategia a seguir, con táctica, e incluso un calendario a mano para cumplir sus compromisos.
“Detrás de las primeras conversaciones es necesario determinar si hay estructura; si no, la voluntad política sería solo de cara a la opinión pública”, afirmó Francisco Barahona, sociólogo y catedrático de la UCR.
Si bien la Presidenta busca desmarcarse de sus antecesores con un sello propio basado en la conciliación, esta estrategia complicaría su accionar, pues podría hacerle posponer temas que requieren pronta solución.

Natasha Cambronero
ncambronero@larepublica.net






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