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Diálogo sin rumbo ni liderazgo

Jonathan Prendas jonathan.prendas@gmail.com | Lunes 12 octubre, 2020

Prendas

En medio de una creciente crispación social y una situación fiscal que amenaza seriamente la estabilidad política y económica de Costa Rica, las grandes interrogantes que expresan los ciudadanos son dónde está el presidente Alvarado, qué hace, qué es lo que en realidad piensa, a quiénes representa.

Se hace imposible responder a esas interrogantes pues el mandatario aparece a cuentagotas, privilegia los monólogos en cadenas de televisión, no da la cara ni muestra el liderazgo que su investidura requiere. Es ambiguo y reactivo, pero a la vez agazapado, da la impresión de que lo suyo es acechar como un depredador.

Es claro que la planificación no es su compañera. Pudo evitar tanto descontento manifestado en las calles y en los sondeos de opinión, si tan solo hubiera elaborado una propuesta para salir de la crisis con el concurso de todos los sectores, mediante una concertación nacional que garantizara balance, mostrara voluntad y sacrificio.

La semana pasada anunció la apertura de un diálogo nacional, como lo ha exigido Nueva República, pero la inició con dudas: el Movimiento Solidarista no acudió a la primera reunión porque esperaba una participación multisectorial, y todo lo que atinó a responder el gobierno es que los encuentros que pactó son “preparatorios”.

El diálogo como lo entiende el Ejecutivo se basará en sesiones divisorias, generales, solo con algunos grupos, sin discutir con seriedad propuestas y soluciones, sin urgencia ni objetivos, con ausencia de ejes temáticos, visión país, liderazgo y firmeza. Su mensaje sigue confuso: sobre quienes realizan protestas en las calles, la semana pasada no definió una posturapara escucharlos ni se decidió a acabar completamente con los bloqueos; en pleno siglo XXI escogió la ruta de comunicarse, a través de cartas, con intermediarios.

La comunicación de este Ejecutivo es desastrosa por cuanto no permite la interacción de opiniones sobre los asuntos que le interesan al gobierno y a los ciudadanos, no promueve la confrontación de ideas y propuestas, no busca consensos y olvida que la verdadera democracia existe cuando se considera a la opinión pública. La imposición unilateral, como se ejemplificó en la agenda de impuestos impulsada por esta administración, corresponde a regímenes totalitarios, no a los valores y tradiciones costarricenses.

Las estrategias de comunicación no solo cumplen un rol único depersuasión de la ciudadanía; deben involucrarla en los procesos que tienen un impacto directo en sus derechos, en su calidad de vida, en el acceso al empleo, a la educación, a la capacidad para invertir. Comunicación y diálogo tienen que alinearse con los deseos, anhelos y expectativas de la gente.

Costa Rica vive una situación fiscal gravísima, y por eso el diálogo debe ser inmediato y orientado a los resultados; debe tener visión, entendida ésta como un proyecto real de futuro en el cual el líder demuestre que tiene la capacidad de escuchar, consensuar, administrar y dirigir múltiples propuestas para hacerlas realidad. No se trata del discurso ilusorio que hoy prevalece.

En una época de incertidumbre, como la que vivimos en la actualidad, el rol de los líderes se vuelve estratégico y hace indispensable una gestión basada en acciones meditadas, basadas en prioridades y en procesos eficientes que satisfagan las necesidades de la población. Esa también debe ser la base del diálogo y de un verdadero gobierno que busque la unidad nacional y el bienestar de Costa Rica.








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