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| Jueves 02 julio, 2015
Es una lástima que un país latinoamericano, tan lleno de fortalezas de toda índole, no aproveche al máximo todo su potencial
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Parece ser que, con algunas excepciones, algunos de los presidentes de la República, cuando llegan a Zapote se topan con una serie de problemas urgentes de resolver que absorben toda su atención y su reacción inmediata es aquella de “tapar huecos y apagar incendios” conforme estos problemas se van presentando, algo así como el problema de “la platina”, haciendo a un lado sus programas de gobierno, si es que los tenían.
Para un lego en la materia como yo, existen tres sectores fundamentales en el gobierno de un país, cuales son: el económico, el social y el de infraestructura.
Además, estos tres sectores se deben programar a corto, mediano y largo plazo. Se deben priorizar individualmente sin olvidar que son integrales y vinculantes, pues cualquier acción positiva o negativa de alguno de ellos, afecta a los otros dos.
En otras palabras, en el gobierno no se pude improvisar, excepto en casos muy especiales.
De todo lo anterior se deduce que en el gobierno serio de un país, la planificación debe ser integral, imperante y debidamente priorizada como estrategia de logística en esos tres sectores.
Creo que una gran mayoría de las familias costarricenses responsables aplican una planificación elemental exitosa como esta, en cuanto al manejo de sus ingresos en relación a sus gastos básicos de vivienda, salud, educación, alimentación y transporte, pues son conscientes de que de no ser así, la nave se hunde.
Es una lástima que un país latinoamericano, tan lleno de fortalezas de toda índole, no aproveche al máximo todo su potencial, a pesar de los tropiezos lógicos de una misión de este calibre y se pierda en “detalles” tan insignificantes como la platina y los postes de la ruta 32 solo por la ausencia de una logística estatal de primer orden y por otro lado, se permita la acertada circulación de un tren interurbano sin las más elementales medidas de seguridad internacional en las intersecciones ferroviarias con carreteras como lo son los rótulos (?), las agujas, las luces de prevención y las alarmas sonoras, pero eso sí, con un despliegue publicitario en sus vagones que lo hace parecer un tren de circo, en lugar de un medio de transporte urbano.
También es triste realizar como un país tropical como el nuestro, con dos océanos a 300 km uno del otro, sin un tren interoceánico eficiente y con carreteras deplorables, tenga que importar de Corea el agua de coco envasada.
Todo lo anterior sin entrar en detalles de infraestructura como el sistema vial, el diseño de carreteras o el impedimento del uso de la carretera de circunvalación los días de restricción, o sea, ni atravesar la ciudad ni darle la vuelta, un detalle más.
Manuel Gutiérrez R.
Decano Facultad de Arquitectura UACA