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Desconcentración y descontrol

Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Martes 18 diciembre, 2012




Desconcentración y descontrol

¿Quién pierde más tras las tres expulsiones en el juego de ida de la final?

El asunto no es que a uno le expulsaron dos y al otro uno, eso afectó en el partido, pero para el segundo juego de la final arrancarán 11 contra 11. La pregunta es ¿cuál ausencia se sentirá más?
La otra interrogante es ¿cómo pueden futbolistas “profesionales” hacerse expulsar y finalizar así el campeonato, en una forma tan falta de inteligencia?

La respuesta a lo primero podría ser la de Esteban Granados. Fue fundamental para el Herediano en el juego ante Saprissa y si bien frente a Alajuelense lo tuvieron más controlado, a final de cuentas el empuje que le da a su equipo este “todoterreno” puede marcar diferencia en los momentos claves del partido.
El técnico Claudio Jara podría sustituirlo con Carlos Hernández, un joven de innegables condiciones y de muy buen remate de media distancia, que haría buena dupla con José Miguel Cubero.
El extécnico florense, Orlando de León, coincide en que la ausencia de Granados, que se hizo sentir con vigor, coraje y pulmones en la media cancha florense, será sensible en la final.
Por Cristian Montero una opción es José Garro, que ya ocupó su puesto cuando “Lula” estuvo lesionado. Por Armando Alonso sería Anderson Andrade, aunque Ramírez podría volver a su esquema del falso nueve, para lo cual dispone de muchas opciones con sus volantes de llegada y también tiene defensas goleadores y otros delanteros en el armario.
Lo segundo son las expulsiones.
Un Alonso que toma la camisa de Montero, innecesariamente y cuando ya tiene una tarjeta amarilla, por simple desconcentración; un Granados que toca la oreja de Elías Palma, a quien dicho toque le repercute en los ojos, nariz y boca porque se toma la cara, aunque la expulsión parece correcta porque es la actitud de Esteban y no la fuerza del toque la que amerita la roja.
La tercera es la más incomprensible. Si hubiese de por medio un penal, un gol dudoso, una agresión, pero fue una simple falta y Montero pierde los estribos. Algunos dicen que nadie sabe cuando la procesión marcha por dentro, este podría se un caso.

Luis Rojas
lrojas@larepublica.net







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