Desafíos para la disminución de la pobreza femenina
Ana Helena Chacón redaccion@larepublica.net | Miércoles 08 marzo, 2023
Ana Helena Chacón Echeverría
Ex vicepresidenta de la República
El lenguaje opresivo
No es solo una representación de la violencia:
Es violencia en sí.
Toni Morrison, Novelista y Premio Nobel.
Las democracias modernas, si quieren sobrevivir y fortalecerse, no pueden ser indiferentes al hambre, la exclusión, las violencias, la desigualdad y tampoco a la discriminación, es por ello que parecería ilógico dejar al 50% de la población fuera del lugar de toma de decisiones, trabajos competitivos y acceso a oportunidades. Sin embargo, los desafíos persisten.
Es innegable, que Costa Rica ha tenido avances, pero vivimos bajo la amenaza constante de retroceder, basta con echarle una mirada al “Informe Alternativo del Grupo de Trabajo de Agenda de la Cedaw,” que nos señala como nos siguen encasillando en estereotipos tradicionales de género, contrarios a los derechos humanos y salen a la luz pública ideas que nos harían regresar a los tiempos en donde el mandato cultural aumentaba las brechas entre hombres y mujeres y por ende continuar con el incremento de la feminización de la pobreza, de ahí el compromiso ético de los Estados quienes deben combatir toda violencia, siendo la privación de recursos una de sus formas más inaceptable y deshumanizada. .
Hoy, no se vale bajar la voz, ni voltear la mirada, no podemos ser indiferentes a las realidades de miles de mujeres y de sus hijos e hijas que viven sin sus necesidades básicas satisfechas. No es un secreto que, históricamente, las estructuras de poder en la sociedad patriarcal ha hecho la vida más difícil a las mujeres y todo por el simple hecho de ser mujeres. No contar con políticas claras sobre Salud Sexual y Salud Reproductiva, tiene como resultado que muchas jóvenes inicien su maternidad a edades tempranas y como consecuencia estén condenadas a empleos precarios e informales, lo que no les permite mejorar su calidad de vida.
Si a esto le sumamos las amenazas que representan los discursos de odio, la normalización del acoso y la violencia en todas sus expresiones, los dogmas y la ignorancia que llevan a algunas a personas a cuestionar nuestras libertades, autonomía y derechos con argumentos ideológicos arcaicos, los cuales que son un peligro para vivir con bienestar y dignidad.
No podemos obviar la eminente necesidad de crear espacios de corresponsabilidad social del cuido —una de las principales razones por las cuales las mujeres se encuentran fuera del mercado laboral formal— y que deje de recaer en las manos femeninas exclusivamente la atención a las personas menores de edad, adultas mayores y las personas con discapacidad, estos roles, mandatos tradicionales y patriarcales deben de rechazarse y revertirse si queremos disminuir esta pobreza con rostro femenino.
Definitivamente no podemos dar por sentado los avances que durante muchos años, en el pasado y en el presente se ha puesto un enorme empeño por alcanzar, dejándose muchas veces la piel.
Estamos lejos de tener igualdad real, esa tan deseada por nosotras las feministas, que hemos luchado por los derechos que nos hermanan. Somos personas y ese es el único requisito para que se nos respete nuestra dignidad humana.
La vida libre de violencias machistas es posible, la vamos a pelear como nos corresponde: con genuina sororidad, dándonos la mano para que ninguna quede atrás.