Derecho a la decencia
Donde hay corrupción se violan los derechos humanos
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 12 diciembre, 2011
Dos celebraciones ocurridas en estos días se relacionan estrechamente. Hablamos del 9 de diciembre, Día Internacional contra la Anticorrupción, establecido por las Naciones Unidas y ratificado por 137 países, y el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, también declarado por Naciones Unidas, en 1950.
Curiosamente, y a pesar de la importancia de ambos, no se destaca en nuestro país nada que demuestre un evidente interés por darle la categoría que se merecen y por utilizar estas fechas para hacer un análisis de cómo estamos en materia de derechos humanos y de corrupción. Porque donde hay corrupción se violan los derechos humanos.
No obstante, ignorar estas fechas puede ser un síntoma que, al igual que otros, no hacen más que demostrar que no estamos bien. El mismo hecho de no haberles dado la relevancia que merecen estos problemas, o peor aún, darles la espalda, es demostración de que estamos mal.
Por eso, es necesario destacar que, por ejemplo, la falta de transparencia en el manejo de fondos públicos, su despilfarro, el tráfico de influencias, las decisiones tomadas para favorecer el clientelismo político, la politización de instituciones públicas esenciales como las de salud, entre otras, y muchos otros males engendrados por prácticas perversas, a veces corruptas, son causa directa de perjuicio a los derechos humanos de una población.
No olvidemos tampoco que una de las peores consecuencias de la corrupción generalizada es cuando se da un clima de impunidad.
La corrupción es un fenómeno muy presente en el mundo de hoy a pesar de las supuestas adhesiones de los países al respeto de los derechos humanos. Costa Rica no es una excepción a ello. Por eso las fechas dedicadas a recordar estos derechos no deben pasar inadvertidas.
Todo lo contrario, es tarea impostergable mirar de frente la realidad, asumirla y hacer lo necesario para erradicar prácticas corruptas y optar por la decencia.
Quien manifieste, con algo más que falsa retórica, que desea el avance y el progreso para Costa Rica, debe comprometerse con la erradicación de cualquier práctica corrupta y no olvidar estos días propicios para la reflexión sobre derechos humanos.