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NACIONALES


Déficit fiscal, la misma piedra

Rodrigo Díaz rdiaz@larepublica.net | Lunes 05 mayo, 2014




Firmas calificadoras castigarían incapacidad para solucionar deuda

Déficit fiscal, la misma piedra

Mercados ya habrían descontado una eventual baja en la nota del país, al pedir un mayor rendimiento a los bonos ticos

A la hora de dar su nota a la deuda del país, las calificadoras de riesgo consideraron el déficit fiscal como una de las piedras en el camino para que este alcance grado de inversión y así ser más interesante para los capitales internacionales.

Pasa el tiempo, y la situación fiscal sigue sin resolverse, lo cual preocupa a dichas firmas, las cuales no descartan que pueda producirse una baja en la calificación próximamente.
No se tiene claridad sobre cuándo podría darse esta baja, pero Moody’s dio un aviso en setiembre del año pasado cuando rebajó la perspectiva de la deuda de estable a negativa.
Esto quiere decir que si las preocupaciones por la situación fiscal persisten, en una próxima revisión podría haber una nota menor.
Un ejemplo son los análisis de Fitch Ratings. Dicha firma calificadora resaltó el año pasado que entre las vulnerabilidades del país destacan la estrechez de la base de ingresos y la rigidez del gasto, lo cual limita la flexibilidad del país para enfrentar desequilibrios.
Para 2014, las palabras son casi las mismas, lo cual revela la preocupación de que pase el tiempo y no se haga mayor cosa por remediar la situación fiscal.
El déficit del sector público cerró en 2013 a un 5,4% del PIB y se estima que para este año podría acercarse al 6% si las autoridades fiscales no hacen nada para contrarrestarlo.
El tema es que pasan los gobiernos y ninguno ha sido capaz de llevar una reforma adelante. Desde 2004, con Abel Pacheco, se discutió un proyecto de reforma fiscal que, entre otras cosas, adoptaba el esquema de renta mundial, pero fue desechado.
En el Gobierno de Laura Chinchilla se intentó una nueva reforma pero también fracasó.
Por su parte, el nuevo Gobierno espera llevar los cambios de una manera diferente, haciendo reformas graduales y no una sola propuesta que tenga más dificultades de ser aprobada.
Sin embargo, los cambios no se verían hasta dentro de dos años, lo cual pone nerviosas a las calificadoras.
En sus últimos informes, las tres firmas han destacado las bondades del país en la atracción de inversiones, la paz social y la estabilidad macroeconómica. A esto se le abona la capacidad del Gobierno para pagar sus préstamos internacionales gracias a sus reservas internacionales.
Pero la incapacidad para que pase una reforma fiscal, no solamente mina la habilidad para encontrar una solución, sino que también socava la confianza de las entidades que valoran el riesgo de pago de las deudas de los países.
Muchos inversionistas dependen de lo que digan dichas firmas para tomar sus decisiones de inversión.
Hasta el momento, solo Moody´s, con su nota baa3, confiere grado de inversión a la deuda costarricense.
Si otra de las principales firmas calificadoras (Standard & Poors o Fitch) diera una nota similar, los títulos ticos podrían ser comprados por grandes fondos que solo invierten en títulos de alto grado de confianza. Esto significa que están dispuestos a pagar menos interés por la seguridad de la inversión.
En cambio, si las calificadores más bien degradan la deuda tica, esta quedaría en el nivel de los llamados “bonos basura”, por lo que el país estaría obligado a reconocer una mejor tasa de interés para que los inversionistas decidan invertir en dichos títulos.
Con el cambio de la perspectiva estable a negativa, Moody’s podría en una próxima revisión bajar la calificación y dejar de ser la única que coloca a Costa Rica en grado de inversión.
En todo caso, el mercado parece haber descontado una eventual baja en la calificación. Eso lo muestra la tasa del 7% ofrecida por el Gobierno en la última colocación de bonos soberanos.
Si bien sigue siendo una tasa atractiva para el mercado internacional, es más alta que el 5,63% que se ofreció un año antes.
El mayor riesgo es que si el Gobierno sigue colocando, tenga que pagar más intereses, haciendo más costoso su financiamiento y complicando aún más la delicada situación fiscal que vive el país.

Rodrigo Díaz
rdiaz@larepublica.net
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