Déficit comercial con México es bueno para EE.UU.
Bloomberg | Jueves 09 febrero, 2017
El presidente Trump tiene razón en una cosa: el déficit comercial estadounidense con el resto del mundo —que superó los $500 mil millones el año pasado— no es saludable. Ejerce una presión ascendente en el desempleo estadounidense que solo puede ser contrarrestada con políticas que llevan a un aumento de la deuda.
Sin embargo, de eso no se deduce que los peores culpables sean siempre los países que tienen los mayores desequilibrios comerciales con Estados Unidos. El comercio mundial es complejo y los desequilibrios comerciales entre dos países cualesquiera pueden ser resultado de desequilibrios generados por las políticas de otras naciones. Las intervenciones dirigidas a países específicos en realidad pueden agravar el déficit comercial total de Estados Unidos.
México es un ejemplo de eso. El país es el tercer socio comercial de Estados Unidos en magnitud, ya que el comercio anual entre ambos llega a los $525 mil millones.
Exporta bienes a Estados Unidos por casi $63 mil millones más de lo que importa. Solo otros tres países tienen superávits más grandes con Estados Unidos, lo que hace de México un blanco obvio para el gobierno de Trump.
Sin embargo, esa cifra no refleja toda la realidad. Pese a su superávit con Estados Unidos, México tiene el sétimo déficit de cuenta corriente más grande del mundo, equivalente al 2,8% de su PIB; el comercio representa la mitad de ese déficit.
Los países con déficit de cuenta corriente invierten más de lo que ahorran y deben financiar la diferencia con capital extranjero. México es, por lo tanto, un importador neto de capital.
En el pasado, el comercio determinaba la dirección de los flujos netos de capital. Eso ya no es así. Los flujos de capital se han vuelto varias veces más grandes que los flujos comerciales: el comercio de mercancías representa poco más del 1% del volumen diario de negociación de divisas, según la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
Decisiones de inversión independientes ahora obligan al comercio a adaptarse, modificando los precios relativos de los bienes que se comercian a través de cambios en las tasas de interés o el tipo de cambio.
A diferencia de China, Japón o Alemania, México no exporta capital ni tiene superávit comercial con el resto del mundo. En cambio, absorbe el excedente de ahorro y de productos manufacturados del mundo, tal como lo hace Estados Unidos.
El gran superávit comercial bilateral de México con su vecino del norte en su mayor parte es consecuencia de la comodidad logística de una frontera común y normativas racionalizadas.
Si el gobierno de Trump penalizara las importaciones mexicanas, el déficit comercial estadounidense con México casi con certeza se contraería. Pero los déficits que tiene Estados Unidos con otros países crecerían aún más. ¿Por qué? Porque la intervención estadounidense haría que México fuera menos atractivo para el capital extranjero.
Ese capital, en cambio, acabaría en Estados Unidos… y el problema se intensificaría si otros países latinoamericanos sufrieran un efecto de contagio de México.
El aumento de los flujos netos de entrada a Estados Unidos obligaría a hacer ajustes de precios que elevarían el déficit comercial total de Estados Unidos en una proporción equivalente, al tiempo que el déficit con México retrocedería.
El superávit comercial de México con Estados Unidos distrae la atención de la verdadera cuestión. Su gran déficit comercial con el resto del mundo reduce los desequilibrios mundiales y de ese modo contribuye a moderar el déficit estadounidense.