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Deconstruyendo la elección estadounidense 2016

| Viernes 07 octubre, 2016


No descartemos que en las elecciones que se avecinan algunas de estas propuestas tengan eco en alguno de los candidatos que aspiraran a la presidencia de Costa Rica

Deconstruyendo la elección estadounidense 2016

Luis Diego Lobo Protti
Politólogo

La primera votación para elegir al próximo presidente de Estados Unidos se llevó a cabo en febrero con las primarias en los estados de Iowa y Nuevo Hampshire y se extenderá hasta el martes 8 de noviembre, día de la elección nacional; pero tomar en cuenta solo esa temporalidad sería un simplismo que impide entender con profundidad esta inusual campaña.

La situación política actual no se ha dado por generación espontánea y cada uno de los elementos que definen este proceso se ha consolidado por dinámicas internas en los partidos y por el mismo clima político estadounidense, algunos temas inherentes a su historia, otros potenciados por la presidencia de Barack Obama.

Aunque existen diferencias estructurales e ideológicas muy importantes en la visión del Partido Republicano y el Demócrata ambos han tenido puntos de encuentro en su historia, no es el caso en esta elección.

Las diferencias son sustanciales, por un lado tenemos a Donald Trump que superó a 16 candidatos republicanos con un discurso confrontativo, apelando al miedo y al enojo del electorado; del lado demócrata Hillary Clinton, una política de carrera, que tuvo que adecuar su discurso para superar el entusiasmo que desarrolló un candidato ubicado afuera del establishment como lo es Bernie Sanders.

Las diferencias se evidenciaron en el debate del lunes 26 de setiembre, el más visto de la historia de Estados Unidos, con más de 80 millones de televidentes, y brotaron en elementos básicos de visión país, economía y en la forma de abordar conflictos internacionales.

El hecho de que Trump llegara hasta un debate nacional fue una sorpresa para muchos, pero esto es solo una consecuencia de un Partido Republicano que, a pesar de su necesidad de ser más diverso ante las minorías, después de la derrota de Mitt Romney, fue tomado por el sector más conservador y radical del Tea Party, ejemplificado también por candidatos como Ted Cruz.

Trump encontró un partido que le dio la opción de llevar su mensaje de discriminación a las minorías, a mujeres, promoviendo aislacionismo comercial, negando el cambio climático y bajo un abordaje simplista de las relaciones internacionales.

Del lado demócrata, Clinton defiende el legado Obama, con una agenda que busca disminuir la brecha económica, con una visión progresista hacia minorías y buscando reposicionar el liderazgo estadounidense, así también lo hizo en el debate con la maestría de una política consolidada.


En este debate no participaron los candidatos del Partido Verde ni del Partido Libertario los cuales no tienen opciones de ganar, su impacto real sigue siendo una incógnita ante una elección tan cerrada aunque difícilmente tengan tanta relevancia en su resultado como sí sucedió en el 2000 con la candidatura de Ralph Nader.

Después del primer debate, la búsqueda de los 270 votos del Colegio Electoral, necesarios para alcanzar la presidencia, sigue siendo muy competitiva.

Ambos candidatos conviven con índices históricos de impopularidad, pero por razones muy diferentes: Trump ha ofendido sistemáticamente a grupos que percibe como amenazas, mientras que Clinton representa a una cúpula política de la cual el ciudadano desconfía.

Para el cierre de campaña el ajedrez político se concentra en los estados cuyo apoyo puede oscilar entre un partido y el otro: Colorado, Florida, Iowa, Michigan, Nevada, Nuevo Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Virginia y Wisconsin. Aunque Clinton es la favorita, además de tener una mejor estructura y recursos económicos, la campaña Trump mantiene activas sus operaciones para intentar inclinar la balanza.

Un último elemento central para contextualizar esta elección: Trump no es un fenómeno aislado, su discurso antimigrante y el encasillamiento de minorías no es nuevo, su figura solo ha sacado a grupos que estaban en la sombra y que ahora se sienten reivindicados, esto también sucede en Francia con la popularidad de Marine Le Pen y en otras regiones; estas expresiones xenofóbicas también emergen, y no deben ser desatendidas, en Costa Rica.

Esta elección debe analizarse con atención, no solo por los lazos económicos que nos unen, las relaciones históricas, culturales o el impacto que tienen en nuestro país o región; debe seguirse con atención porque refleja un clima político mundial del cual somos parte, no descartemos que en las elecciones que se avecinan algunas de estas propuestas tengan eco en alguno de los candidatos que aspiraran a la presidencia de Costa Rica.






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