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Decisiones irracionales

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 25 julio, 2011




Decisiones irracionales
Las mujeres tienden a asumir menos riesgos que los hombres, las personas mayores menos que los jóvenes y la gente bajita menos que los altos
Hay gente muy fría y calculadora cuando tiene que tomar una decisión, mientras que otros se dejan llevar. Sea como fuere, la pregunta es siempre: ¿cuál es la elección correcta?
Desde que comenzó la crisis económica, la imagen del broker como alguien con todo calculado y planificado parece haber quedado obsoleta. Ahora se habla más bien del “mercado irracional”. Y es que según afirmaron investigadores en una conferencia celebrada en Berlín, las decisiones complejas no son siempre racionales y el pensamiento racional, por si solo, no es lo que conduce a tomar una decisión.
El catedrático Armin Falk, economista en la universidad de Bonn, está convencido de que es necesario expandir la definición del modelo “homo economicus”.
Falk fue uno de los economistas e investigadores de conducta y cerebrales que se reunieron en la edición 15 de la Daimler Benz Foundation para explorar los factores emocionales, sociales y biológicos que influyen en la toma de decisiones.
De acuerdo con estos expertos, el modelo que describe a las personas como estrictamente racionales e interesadas no es suficiente. Los factores de comportamiento que afectan a la toma de decisión son diversos. Falk y su equipo han examinado la disposición personal a tomar riesgos haciendo pruebas a 450 personas en un laboratorio y comparando los resultados.
Los test pusieron de manifiesto que las diferencias en la disposición a tomar decisiones se relacionan con el sexo, la edad, el tamaño corporal, factores familiares y el nivel educativo. Así, por ejemplo, las mujeres tienden a asumir menos riesgos que los hombres, las personas mayores menos que los jóvenes y la gente bajita menos que los altos.
Además, parece que los padres transmiten a sus hijos la disposición a asumir riesgos. Según Falk, esto permite concluir que comportamientos básicos como la manera de afrontar riesgos pueden permanecer estables dentro de una familia durante generaciones, independientemente de que cambien otras circunstancias. Otro factor clave es la variación de los niveles de paciencia.
“El nivel de paciencia de cada cual es una característica personal que el individuo no puede controlar, pero que moldea sus decisiones”, afirma el catedrático Uwe Sunde, del un instituto suizo para la investigación económica en St. Gallen.
Quienes son más impacientes prefieren hacer las cosas hoy en lugar de esperar a mañana, y por eso les resulta más difícil aplazar las decisiones, aunque el resultado sea negativo de cara al futuro.
Según los investigadores, los políticos pueden influir en este aspecto. Por ejemplo, los gobernadores pueden utilizar incentivos para ayudar a que la gente tome decisiones ventajosas en el momento adecuado, como crearse un fondo de pensiones al que poder acudir en un futuro, afirma Sunde.
Examinar el cerebro con una resonancia magnética (RM) también proporciona pistas sobre cómo actúa cada persona, pues muestra el funcionamiento del sistema de recompensa del cuerpo. Así, el catedrático Bernd Weber, de la universidad de Bonn, examinó a varias personas con una RM mientras jugaban unas contra otras.
Los resultados mostraron que el monto de la recompensa era menos importante que la comparación de cada individuo con sus oponentes. Esta comparación estimulaba el sistema de recompensa corporal y era crucial en el nivel de satisfacción personal. De modo que en las negociaciones, compararse con un rival puede ser decisivo.
Otra asunción empírica es que a la mayoría de la gente le gusta decidir sin tener que decidir. “Elegimos la combinación de productos que se nos sugiere cuando vamos de compras o seguimos la configuración estándar cuando se trata de programas informáticos”, afirma Steffen Altmann, de un centro de investigación en Bonn.
Las consecuencias de estas directrices no vinculantes, que se siguen por defecto, son de gran envergadura. Así, los investigadores concluyeron que las opciones por defecto podrían ayudar a la gente a tomar mejores decisiones sin restringir la libertad de elección. Y tanto la política como la sociedad se beneficiarían de ello.

Berlín/DPA






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