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De muelles y de estadios

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 23 octubre, 2008


De cal y de arena
De muelles y de estadios

Alvaro Madrigal

Limón es algo más que un puerto; algo más que un sindicato y algo más que una caldera acumulando presión y con sus válvulas obstruidas. Limón no está para mesa de póquer a la que el gobierno llegue con una chana. Tampoco está para que el sindicato de trabajadores de Japdeva haga del caso una subasta. Los problemas sociales y económicos de Limón son cosa seria, en parte también por la ineptitud política de quienes han regentado las instituciones estatales. Aún más, de la degradación de la gestión sindical no son ajenos empresarios que transaron la paz de su conveniencia apelando a prácticas disparatadas y hasta indecorosas. Así arraigó un modelo de sindicalismo que soterra el interés público y confunde la promoción del bienestar comunal con la construcción de un coto de caza de su exclusivo acceso. Hoy el gobierno quiere erradicar este desmadre con una propuesta para conceder los muelles a la empresa privada, que no yerra en su objetivo; sí en su metodología, lo que no la hace mala para el interés público. ¿Es mala para el Sindicato por la cuantía de las indemnizaciones que ofrece? Quizá en ese póquer el “pot” en la manga del gobierno termine decidiendo la partida, lo que plantearía un problema ético. Pero si no es esa su jugada, mejor que no pierda el tiempo y opte por licitar nuevos muelles en nuevas manos, sin desgastarse más en disputarle al sindicato el esquema actual. Es una buena idea de Ottón Solís.
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La Sala Constitucional, con una velocidad desconocida y jamás hecha patente en otros asuntos de mayor cuantía y trascendencia, resolvió el recurso de amparo referente a la ubicación del Estadio Nacional. Más allá de los fundamentos jurídicos que haya encontrado para denegar el amparo, me pregunto si la autonomía de la voluntad de los magistrados fue vulnerada por la descomunal campaña que se montó desde distintas trincheras de opinión colectiva para apagar todo cuestionamiento de la decisión de construir el nuevo edificio en La Sabana y para hacer entender a los jueces que hay un poder fáctico de por medio capaz de aplastar a quien se le atraviese. Con un formato muy parecido al empleado en todo el debate del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y sus anexidades (incluyendo la estrategia del miedo como herramienta de presión confesa en aquel polémico memorandum del que es coautor el diputado Fernando Sánchez, coincidentemente promotor de un imprudente oficio de los legisladores a la Sala Cuarta relativo al Estadio), de pronto abrió una línea de fuego tan cercana a la sede de la Corte que no pudo disimular su objetivo de influir en el ánimo de los magistrados. Razones de peso habrán encontrado ellos para resolver como lo hicieron. Pero la inusitada rapidez con que procedieron puede inducir a muchos a ver en estos mecanismos de presión un arma útil ante un Poder del Estado habitualmente al margen de estos artificios populistas. Sería preocupante hacer un hábito del montaje de intensas campañas mediáticas para vulnerar la objetividad del juez. Conste que no cuestiono el nuevo coso deportivo en La Sabana.

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