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EDITORIAL


Cuidar y mejorar lo que tenemos

Curiosamente, pareciera que el no haber alcanzado aún el grado de país desarrollado no le significa menor felicidad al costarricense

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 13 enero, 2010


Editorial


Costa Rica se ubicó como una de las dos mejores naciones del istmo (junto con Panamá) en calidad de vida, según un estudio realizado por la revista estadounidense International Living, que abarcó 192 países. A nivel mundial ocupamos el puesto número 30. Para la elaboración de este estudio, se adjudica un puntaje entre cero y 100 a nueve categorías. La puntuación más alta (100) la obtuvo Costa Rica en el rubro “libertad” y le siguieron con una puntuación de 78, salud y medio ambiente. En otro estudio, realizado por la organización británica The New Economics Foundation, que analiza 143 países, resultamos ser el más feliz. Para llegar a estas conclusiones el estudio tuvo en cuenta tres variables: la esperanza de vida al nacer (78,5 años, la segunda más alta del mundo, solo superada por Canadá), el nivel de satisfacción expresado por los habitantes de cada país, y las prácticas ecológicas. Así que, aparte del máximo logro en puntuación, que es la libertad, los otros dos (salud y ambiente) son coincidentes en ambos estudios. Es decir, que las medidas tomadas hace más de medio siglo por nuestros gobernantes para asegurarnos la atención médica universal y otras condiciones que nos permitieron elevar mucho la esperanza de vida, además de las leyes y prácticas llevadas a cabo para proteger la riqueza natural del país, fueron el acierto que hoy nos pone en tan buena calificación. Curiosamente, pareciera que el no haber alcanzado aún el grado de país desarrollado no le significa menor felicidad al costarricense. Sería interesante que se hiciera un estudio para determinar entonces si es que el modelo de desarrollo alcanzado por algunos otros países no es el mismo anhelado por los ticos y conocer algo más de cuál sería ese modelo que, una vez logrado, nos conservara intacto el grado de felicidad que tenemos. Nuestros gobernantes, presentes y futuros, deberían tener muy claras las respuestas a estos interrogantes puesto que serán los encargados de encauzar al país correctamente para no perder lo que tenemos mientras vamos en pos del desarrollo.









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