Cuidado con los "puntos calientes"
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 16 septiembre, 2011
Cuidado con los “puntos calientes”
Se aconseja siempre discreción al usar los “hotspots”: si se conecta a una red no codificada o mal codificada, sus datos pueden ser interceptados con facilidad
A todos les sirven y nadie quiere renunciar a ellas: las redes inalámbricas locales, más conocidas por la abreviatura Wi-Fi, han facilitado la vida y la navegación por Internet.
Los “puntos calientes” o, en inglés, “hotspots”, suelen ser gratuitos, y casi todos los accesorios móviles, desde el laptop hasta el smartphone, pueden conectarse a ellos.
Pero la mayoría de estas redes no están aprovechadas al máximo de su capacidad. En teoría, sería fácil y beneficioso dividir el uso del Wi-Fi, compartiendo costo y capacidad con los vecinos. Lo único malo es que la situación legal en su mayoría no lo permite.
En casa, todos los accesorios Wi-Fi se conectan como por arte de magia al router, tras dar la clave de acceso y ser confirmada esta. En el exterior, no es difícil conectarse a una red inalámbrica en cafés, bares o restaurantes, donde la clave está en el menú o se la puede pedir al camarero.
Hay también muchos sitios web especializados en presentar puntos calientes, catalogados por ciudad y por calles.
Algunos municipios o ayuntamientos ponen también redes inalámbricas a disposición del turista o tienen en sus sitios web listas de puntos de libre acceso a Internet.
Asimismo, cualquier laptop o smartphone con Wi-Fi puede detectar puntos calientes, cuyo nombre indica quién es su dueño. Hay también proveedores que suelen dar acceso Wi-Fi gratis como regalo a sus clientes.
En todo caso, se aconseja siempre discreción al usar puntos públicos de acceso inalámbrico: si se conecta usted a una red no codificada o mal codificada, sus datos incluyendo datos confidenciales pueden ser interceptados con facilidad.
“Una red inalámbrica que use un procedimiento WEP obsoleto puede ser considerada como red abierta”, advierte la agencia alemana de seguridad informática BSI.
Los especialistas recomiendan eludir redes inalámbricas abiertas si el tráfico de datos no está encriptado desde el comienzo hasta el final, cosa reconocible por la clave “https” en la dirección.
Si de forma excepcional debe usted navegar por un acceso abierto y por páginas no encriptadas, la BSI recomienda desconectar la sincronización automática de servicios online, especialmente en accesorios móviles.
En todo caso, hay algo obligatorio para todos los accesorios: tras el término de una sesión con redes inalámbricas abiertas, se deben borrar de inmediato los perfiles de esa red, a fin de impedir en el futuro una conexión automática a ese acceso.
Puntos calientes que trabajen con la encriptación WPA2, la norma de uso actual, pueden ser considerados como adecuadamente seguros. Lo que se recomienda es el uso de una compleja contraseña de al menos 20 caracteres, y de ningún modo con una palabra o un nombre conocidos.
La BSI recomienda usar la norma WPA2 también en routers domésticos. Hay ya pronunciamientos judiciales en diferentes países, según los cuales puede ser considerado como corresponsable quien no asegure debidamente su red de modo de impedir que manos extrañas puedan descargar de ella contenidos ilegales.
Los especialistas recomiendan asimismo modificar la clave SSID que el fabricante incluye en el router. Puede ser también aconsejable encubrir la clave SSID. Esto hará que quien quiera introducirse en la red deberá conocer los nombres exactos de la red.
Quien desconecte la red después de usarla ofrecerá aún menos posibilidades a un atacante. El menú del router debe ser también protegido por una buena contraseña o, de lo contrario, cualquier persona puede introducir modificaciones en la red.
“Quien deje una red insegura como gesto de buena voluntad arriesga también mucha responsabilidad”, dice Jörg Heidrich, asesor legal de la revista informática alemana “c't”. En principio, esto se aplica asimismo cuando alguien se une con su red inalámbrica a una comunidad que organice navegación gratuita para sus miembros o acceso pagado para extraños, aunque aquí solo puedan participar usuarios ya inscritos y conocidos.
Hoteles y cibercafés eluden este problema exigiendo a sus clientes entrar en la red solo mediante una clave de acceso, cosa que los hace responsables de lo que hagan mientras estos naveguen.
Bonn / DPA
Se aconseja siempre discreción al usar los “hotspots”: si se conecta a una red no codificada o mal codificada, sus datos pueden ser interceptados con facilidad
A todos les sirven y nadie quiere renunciar a ellas: las redes inalámbricas locales, más conocidas por la abreviatura Wi-Fi, han facilitado la vida y la navegación por Internet.
Los “puntos calientes” o, en inglés, “hotspots”, suelen ser gratuitos, y casi todos los accesorios móviles, desde el laptop hasta el smartphone, pueden conectarse a ellos.
Pero la mayoría de estas redes no están aprovechadas al máximo de su capacidad. En teoría, sería fácil y beneficioso dividir el uso del Wi-Fi, compartiendo costo y capacidad con los vecinos. Lo único malo es que la situación legal en su mayoría no lo permite.
En casa, todos los accesorios Wi-Fi se conectan como por arte de magia al router, tras dar la clave de acceso y ser confirmada esta. En el exterior, no es difícil conectarse a una red inalámbrica en cafés, bares o restaurantes, donde la clave está en el menú o se la puede pedir al camarero.
Hay también muchos sitios web especializados en presentar puntos calientes, catalogados por ciudad y por calles.
Algunos municipios o ayuntamientos ponen también redes inalámbricas a disposición del turista o tienen en sus sitios web listas de puntos de libre acceso a Internet.
Asimismo, cualquier laptop o smartphone con Wi-Fi puede detectar puntos calientes, cuyo nombre indica quién es su dueño. Hay también proveedores que suelen dar acceso Wi-Fi gratis como regalo a sus clientes.
En todo caso, se aconseja siempre discreción al usar puntos públicos de acceso inalámbrico: si se conecta usted a una red no codificada o mal codificada, sus datos incluyendo datos confidenciales pueden ser interceptados con facilidad.
“Una red inalámbrica que use un procedimiento WEP obsoleto puede ser considerada como red abierta”, advierte la agencia alemana de seguridad informática BSI.
Los especialistas recomiendan eludir redes inalámbricas abiertas si el tráfico de datos no está encriptado desde el comienzo hasta el final, cosa reconocible por la clave “https” en la dirección.
Si de forma excepcional debe usted navegar por un acceso abierto y por páginas no encriptadas, la BSI recomienda desconectar la sincronización automática de servicios online, especialmente en accesorios móviles.
En todo caso, hay algo obligatorio para todos los accesorios: tras el término de una sesión con redes inalámbricas abiertas, se deben borrar de inmediato los perfiles de esa red, a fin de impedir en el futuro una conexión automática a ese acceso.
Puntos calientes que trabajen con la encriptación WPA2, la norma de uso actual, pueden ser considerados como adecuadamente seguros. Lo que se recomienda es el uso de una compleja contraseña de al menos 20 caracteres, y de ningún modo con una palabra o un nombre conocidos.
La BSI recomienda usar la norma WPA2 también en routers domésticos. Hay ya pronunciamientos judiciales en diferentes países, según los cuales puede ser considerado como corresponsable quien no asegure debidamente su red de modo de impedir que manos extrañas puedan descargar de ella contenidos ilegales.
Los especialistas recomiendan asimismo modificar la clave SSID que el fabricante incluye en el router. Puede ser también aconsejable encubrir la clave SSID. Esto hará que quien quiera introducirse en la red deberá conocer los nombres exactos de la red.
Quien desconecte la red después de usarla ofrecerá aún menos posibilidades a un atacante. El menú del router debe ser también protegido por una buena contraseña o, de lo contrario, cualquier persona puede introducir modificaciones en la red.
“Quien deje una red insegura como gesto de buena voluntad arriesga también mucha responsabilidad”, dice Jörg Heidrich, asesor legal de la revista informática alemana “c't”. En principio, esto se aplica asimismo cuando alguien se une con su red inalámbrica a una comunidad que organice navegación gratuita para sus miembros o acceso pagado para extraños, aunque aquí solo puedan participar usuarios ya inscritos y conocidos.
Hoteles y cibercafés eluden este problema exigiendo a sus clientes entrar en la red solo mediante una clave de acceso, cosa que los hace responsables de lo que hagan mientras estos naveguen.
Bonn / DPA