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Cuestión de lógica

Eleonora Badilla ebadilla@castrocarazo.ac.cr | Martes 05 enero, 2021


El señor Spock, personaje de la saga Viaje a las Estrellas (Star Trek, 1966) tiene un origen mestizo: vulcano y terrícola. Como tal, se enfrenta ante el desafío de reconciliar sus dos naturalezas internas: el sobrio y racional pragmatismo vulcano con la inconsistente emocionalidad humana. A través de sus palabras podemos vislumbrar la lógica y por ende el pensamiento vulcano. Esto, porque el proceso lógico es la herramienta para modelar el pensamiento. De esta manera, cada quien puede desarrollar su pensamiento de acuerdo con su propia lógica.

El ejemplo del dilema interno del señor Spock permite ilustrar un tipo de lógica: la clásica o tradicional así como el pensamiento binario que se deriva de ella y que permea nuestra cultura. Debido a esa lógica clásica (que hemos heredado de la antigua Grecia aristotélica, con aportes del Islam y de Europa de la Edad Media) configuramos el pensamiento para comprender mejor nuestra realidad a través de opuestos: las cosas son buenas o malas; blancas o negras; masculinas o femeninas; héroes o villanos. Así, desarrollamos dicho pensamiento binario. Y por esa misma lógica tradicional, pensamos, como el señor Spock, que la racionalidad y la emocionalidad son estados opuestos que buscan dominarse en nuestro interior; o que, en el mejor de los casos, deben reconciliarse. El desarrollo de la lógica clásica que valora la demostración y la conclusión (inferencia), excluye la percepción y ha trascendido la filosofía por lo que tal vez hemos escuchado hablar de la lógica matemática, la computacional, la de primer orden o la modal. Y de manera correspondiente con cada una de esas lógicas (o la falta de ellas) así se desarrolla un tipo de pensamiento.

Hay autores, como por ejemplo Edgar Morin (1921), Edward De Bono (1933) o Basarab Nicolescu (1942) que piensan que los sistemas educativos deben hacer un esfuerzo intencionado para que las personas aprendan un tipo de lógica, que les permita desarrollar su pensamiento; cosa que evidentemente nuestros sistemas educativos no están haciendo. Es decir, estamos corriendo el riesgo de que el pensamiento de las presentes y futuras generaciones se desarrolle sin ningún tipo de lógica.

Ahora, la diferencia entre (por citar solo estos tres) Morin, De Bono y Nicolescu con otros autores – quienes también piensan que es necesario promover deliberadamente la lógica y el pensamiento -, es que los primeros no se refieren a la lógica clásica de la que hablamos antes. De Bono, Morin y Nicolescu se refieren a una lógica que llaman líquida y que conduce al desarrollo de un pensamiento lateral, complejo, creativo, de diseño, transdisciplinar y no binario. Son tipos de pensamiento que el mundo actual está necesitando con urgencia y que pueden ser aprendidos y desarrollados de manera intencionada. La lógica clásica nos ha ayudado a avanzar en la técnica, la ciencia y la tecnología. La lógica líquida nos puede ayudar a avanzar en aspectos humanos, subjetivos, ¿blandos?.

Para De Bono, la lógica líquida hace referencia al “y” pues es incluyente y más que a la sola descripción de lo que existe, busca el propósito, la finalidad, el “hacia”. Se trata de entender qué sucederá después en el tiempo; por eso se dice que fluye.

En esta lógica, la percepción humana es tan importante como las creencias y las verdades locales. La percepción es tan real como cualquier otra cosa; de hecho la percepción es lo más real para una persona porque es la forma en que el cerebro organiza la información que recibe. El pensamiento lateral, complejo, creativo se puede aprender y debemos hacer esfuerzos intencionados para promoverlo, sobre todo en el sistema educativo y en el contexto de las familias. Existen formas para hacerlo que pueden ser de utilidad en el contexto educatifo forma (en todos los niveles) como la técnica del ámbito de flujo que propone De Bono; los Siete Saberes para la Educación del Futuro de Morin; y el conocimiento transdisciplinar por el que aboga Nicolescu.

En el seno familiar, podemos comenzar tratando de entender, identificar y (si fuera el caso) modificar nuestras propias percepciones buscando convivir de manera armoniosa con las demás personas y el medio. Y, también aceptando que en nuestro mundo interno, como en el del señor Spock, coexisten (ojalá sin conflicto) el sobrio y racional pragmatismo y la inconsistente emocionalidad humana.

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