¿Cuál es el candidato del PLN?
Claudia Barrionuevo claudia@chirripo.or.cr | Lunes 08 junio, 2009
Hoy lunes 8 de junio las portadas de todos los periódicos nacionales anuncian al ganador de las elecciones primarias del Partido Liberación Nacional.
Como escribo este artículo días antes de la convención, ignoro quién es el ungido, si doña Laura o don Johnny.
No creo en las encuestas por lo tanto no me atrevo a hacer pronósticos.
Tal vez no debería dedicar mi columna a la convención liberacionista, puesto que en el momento que la escribo no tengo la menor idea de quién será —es— el ganador. Pero ¿quién en nuestro país quiere leer hoy algo que no tenga que ver con el día de ayer? Yo misma debo estar en este momento devorando cuanto medio escrito hay para enterarme de todos los detalles: las declaraciones, las anécdotas, los porcentajes, las reacciones.
Así que me aventuraré a comentar un par de conceptos protagónicos en las últimas semanas de campaña.
Seguramente —como lo afirmó la señora Chinchilla— durante estos meses, gobernar un país no es lo mismo que manejar una municipalidad por más grande que esta sea. Si el alcalde de San José fue elegido ayer, tendrá que preparase seriamente para afrontar el reto de una presidencia nacional.
Sé que la señora Chinchilla es una mujer inteligente, preparada y con experiencia en la función pública. Sin embargo en las últimas semanas su campaña publicitaria y sus declaraciones apoyaron de manera incondicional el gobierno de los hermanos Arias. ¿Será una mujer independiente?
En marzo de 1973, luego de seis años de dictadura, hubo elecciones en Argentina. El lema de la campaña del partido liderado por Juan Domingo Perón —sobre el cual existía una proscripción a ser candidato— y su representante ante las urnas, Héctor Cámpora era el legendario: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
Si quien hoy representa al PLN es doña Laura se enfrentará a un reto mayor que su contrincante: demostrar que tiene voz propia, que no repetirá el lema peronista de los años 70 remplazando los apellidos por el suyo y el de don Oscar.
En la Costa Rica moderna nunca un presidente impuso de manera tan autoritaria a un sucesor. Cual si fuera un rey decidiendo quien lo sucederá, el presidente Arias tenía un delfín que se le ahogó en el mar del debate en torno al TLC. Pronto ungió a doña Laura y ella, agradecida y posiblemente aprovechando la —insólita para mí— popularidad de don Oscar, enarboló la bandera del continuismo.
Pero bueno, hoy lunes el candidato electo debe haber amanecido cansado/a del ajetreo del domingo, contento/a por el resultado y —tal vez— un poco temeroso/a de lo que se le viene encima de aquí a diciembre, los dos primeros meses de 2010 y los cuatro años que siguen.
Eso sí: si gana las elecciones nacionales. Porque con un PUSC moribundo, un PAC que no termina de imponerse y un sinnúmero de pequeños partidos, la posibilidad de que ninguno alcance el 40% es más que posible.
Felicito al ganador, don Johnny o doña Laura, y le deseo suerte, que la va a necesitar a quintales.
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