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Crónica de una muerte magnética

| Lunes 29 septiembre, 2008




Crónica de una muerte magnética

Metallica regresó al mercado musical, y de verdad que lo hizo

Marcello Pignataro
Para La República

Luego del incomprendido —no vamos a decir fracaso, porque estoy seguro de que en algunos años será considerado un clásico— disco de 2003 “St. Anger”, los muchachos de Metallica prometieron un disco que hiciera recordar sus orígenes.
Si bien algunos mantenemos la esperanza de que algún día repitan un “Master of Puppets”, un “Ride the Lightning” o un “And Justice for all”, creo que, en el fondo, sabemos que nunca van a lograrlo, pero “Death Magnetic”, disco recién lanzado de la banda, se convierte en una mezcla de lo mejor de Metallica de sus mejores años y con más experiencia.
El disco empieza con un tono de misterio y latidos de corazón (¿una vuelta a la vida?), con la canción “This was just your life, pero a los pocos segundos nos damos cuenta de que Metallica, efectivamente, está de vuelta. Poderosos riffs por parte de Kirk y James, un bajista de primera calidad como Robert Trujillo y las baterías de Lars ya no suenan como si estuviera golpeando ollas o timbales. Esta canción será, muy posiblemente, la que les abra sus conciertos en una gira que, esperamos, incluya a Costa Rica en 2009.
La sincronización entre los cuatro miembros del grupo es casi perfecta y, en ocasiones, nos transporta al Metallica de inicios y finales de los 80 (ver discos mencionados en el segundo párrafo) como es el caso de “The end of the line”, que no dificulta recordar un “Creeping death”. “Broken, beat and scarred” muestra un poco la influencia de Trujillo, luego de su paso por Suicidal Tendencies hará algunos años ya.
El primer sencillo escogido, la antibélica “The day that never comes”, podríamos decir que es una de las dos canciones más flojitas del disco. Paradójicamente, la canción recrea momentos de “Fade to Black” y Orion” con precisión metronómica y a veces pareciera uno estar escuchando cualquiera de esas dos… o las dos juntas.

“All nightmare long”, “Cyanide” (con un pequeño y casi imperceptible homenaje a “In-a-gadda-da-vida” en el solo de guitarra) y “The Judas kiss” son también muestra de la fuerza con que regresa el grupo.
Cambios de ritmo frenéticos, los célebres wah-wah de Kirk y, de nuevo, Lars se muestra como el baterista que es: rápido, potente y siempre en el punto.
A lo largo de todo el disco, James canta bastante bien y la combinación Ulrich-Trujillo en las bases de las canciones son una lección para muchos grupos nacientes y estrellas mandadas a hacer que nos receta el mercado un día sí y otro también.
Completan el disco la tercera parte de “The Unforgiven” (la segunda pieza medio flojita del disco, sin demeritarla en lo más mínimo) y la joya instrumental “Suicide and redemption”. Esta última nos evoca a la fenomenal “The call of the Ktulu” y “Orion”. Sin ser maestros en su arte, Metallica nos muestra maestría en el arte de hacer buen hard rock.
Dato curioso del disco: por primera vez, en toda la historia del grupo, todos los miembros del grupo participaron en la composición de todas las canciones del disco.

Es un disco cinco estrellas que tiene que estar en la discoteca de cualquier persona que se considere conocedora.






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