Crece temor a desastre nuclear
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 17 marzo, 2011
Crece temor a desastre nuclear
El deterioro de un reactor tras otro en la central japonesa de Fukushima siguió alimentando ayer el temor a un desastre nuclear, sin que los desesperados intentos para controlar una fuga radiactiva abrieran un resquicio a la esperanza.
Desde Bruselas, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, que el martes advirtió de que la planta de Fukushima estaba prácticamente fuera de control, aventuró que se corre el riesgo “de una nueva catástrofe de gran peligro para los habitantes”.
En el mismo argumento redundó la ministra francesa de Ecología, Nathalie Kosciusko-Morizet, al asegurar que “el peor escenario es posible e incluso probable”.
En medio de esta acentuada incertidumbre, los problemas se siguieron encadenando este miércoles en la central de Fukushima, gravemente dañada por el sismo y el tsunami que sacudieron el noreste de Japón el pasado día 11.
Sus seis reactores de agua en ebullición provocaron emergencias continuas y los empleados de TEPCO, la empresa que explota la planta, trabajaron sin descanso para tratar de combatir el sobrecalentamiento.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), cuyo director general se dispone a viajar de inmediato a Japón, confirmó desde su sede en Viena que están dañados los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 de Fukushima, aunque aseguró que no se puede decir que la situación esté “fuera de control”.
Antes, y después de innumerables especulaciones, el portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, aseguraba que la posibilidad de un deterioro grave del contenedor del reactor “es baja”.
Sin embargo, el nivel de radiactividad en la zona llegó a alcanzar un alarmante nivel de 10 mil microsievert por hora, lo que obligó a evacuar temporalmente a los empleados -unos 200 al final de la jornada-, que regresaron al descender la radiación.
Las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) de Japón enviaron a la zona un helicóptero cargado con agua salada para arrojarla sobre la central, pero la misión tuvo que ser finalmente abortada ya que las radiaciones eran demasiado elevadas incluso para esa operación.
El nivel máximo de radiactividad para trabajar en una situación de emergencia en una central está establecido en 100 milisievert anuales, pero ante la crítica situación en Fukushima la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón la elevó hasta 250 milisievert.
Cada operario, no obstante, permanece muy poco tiempo expuesto a este nivel de radiactividad, con operaciones rápidas a fin de minimizar el riesgo.
Pese a las serias dificultades para controlar la planta de Fukushima, el Gobierno japonés insistió ayer en que los niveles de radiactividad más allá de un radio de 20 kilómetros de la central no suponen aún un riesgo inmediato para la salud.
Las autoridades fueron criticadas ayer por el responsable de descontaminar la central de Chernóbil entre 1986 y 1991, Yuli Andreev, que considera, en una entrevista con Efe, que demuestra que no se han aprendido las lecciones del accidente en la antigua Unión Soviética.
Andreev dijo que dejar en manos de los operarios de una compañía privada una situación crítica como la de Fukushima es una temeridad, porque carecen de preparación para enfrentarse a una emergencia de semejante magnitud.
Tokio
EFE
El deterioro de un reactor tras otro en la central japonesa de Fukushima siguió alimentando ayer el temor a un desastre nuclear, sin que los desesperados intentos para controlar una fuga radiactiva abrieran un resquicio a la esperanza.
Desde Bruselas, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, que el martes advirtió de que la planta de Fukushima estaba prácticamente fuera de control, aventuró que se corre el riesgo “de una nueva catástrofe de gran peligro para los habitantes”.
En el mismo argumento redundó la ministra francesa de Ecología, Nathalie Kosciusko-Morizet, al asegurar que “el peor escenario es posible e incluso probable”.
En medio de esta acentuada incertidumbre, los problemas se siguieron encadenando este miércoles en la central de Fukushima, gravemente dañada por el sismo y el tsunami que sacudieron el noreste de Japón el pasado día 11.
Sus seis reactores de agua en ebullición provocaron emergencias continuas y los empleados de TEPCO, la empresa que explota la planta, trabajaron sin descanso para tratar de combatir el sobrecalentamiento.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), cuyo director general se dispone a viajar de inmediato a Japón, confirmó desde su sede en Viena que están dañados los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 de Fukushima, aunque aseguró que no se puede decir que la situación esté “fuera de control”.
Antes, y después de innumerables especulaciones, el portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, aseguraba que la posibilidad de un deterioro grave del contenedor del reactor “es baja”.
Sin embargo, el nivel de radiactividad en la zona llegó a alcanzar un alarmante nivel de 10 mil microsievert por hora, lo que obligó a evacuar temporalmente a los empleados -unos 200 al final de la jornada-, que regresaron al descender la radiación.
Las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) de Japón enviaron a la zona un helicóptero cargado con agua salada para arrojarla sobre la central, pero la misión tuvo que ser finalmente abortada ya que las radiaciones eran demasiado elevadas incluso para esa operación.
El nivel máximo de radiactividad para trabajar en una situación de emergencia en una central está establecido en 100 milisievert anuales, pero ante la crítica situación en Fukushima la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón la elevó hasta 250 milisievert.
Cada operario, no obstante, permanece muy poco tiempo expuesto a este nivel de radiactividad, con operaciones rápidas a fin de minimizar el riesgo.
Pese a las serias dificultades para controlar la planta de Fukushima, el Gobierno japonés insistió ayer en que los niveles de radiactividad más allá de un radio de 20 kilómetros de la central no suponen aún un riesgo inmediato para la salud.
Las autoridades fueron criticadas ayer por el responsable de descontaminar la central de Chernóbil entre 1986 y 1991, Yuli Andreev, que considera, en una entrevista con Efe, que demuestra que no se han aprendido las lecciones del accidente en la antigua Unión Soviética.
Andreev dijo que dejar en manos de los operarios de una compañía privada una situación crítica como la de Fukushima es una temeridad, porque carecen de preparación para enfrentarse a una emergencia de semejante magnitud.
Tokio
EFE