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Creatividad apagada

| Jueves 01 noviembre, 2007




Creatividad apagada

• La más absoluta falta de imaginación, caracteriza la primera adaptación de un modesto ciclo literario

Los seis signos de la luz
(The Seeker: The Dark Is Rising)
Dirección: David L. Cunningham. Reparto: Alexander Ludwig, Christopher Eccleston, Ian McShane, Frances Conroy. Duración: 1:34. Origen: EE.UU. 2007.
Calificación: 4.

El auge comercial que el cine fantástico ha experimentado en los últimos años, implica la llegada inevitable de cintas secundarias, intentando aprovechar el momento oportuno. Entre los títulos que pretenden llenar el vacío entre una y otra entrega de Harry Potter, hay propuestas dignas como “Stardust – El misterio de la estrella”; y productos desechables como “Eragon” y ahora, “Los seis signos de a luz”.
Es esta la primera adaptación de un ciclo literario, a cargo de la escritora británica Susan Cooper. Lo integran cinco novelas protagonizadas por Will Stanton, un chico norteamericano residente en Inglaterra. Al cumplir 14, Will se ve amenazado por un jinete siniestro. Salvado por unos tipos misteriosos, que se hacen llamar Los Ancestrales, Will descubre ser descendiente de una antigua estirpe de guerreros.
El muchacho es el elegido para convertirse en el Buscador, ser dotado de poderes mágicos, como la capacidad de controlar el fuego y viajar a través del tiempo. Will tiene la misión de recuperar cinco amuletos, piezas fundamentales en la lucha entre las fuerzas de la Luz y los seguidores de la Oscuridad.
La creatividad está apagada, en esta modesta aventura juvenil que opta por un esquema narrativo trillado, escenificando una sosa variación de la eterna lucha entre el bien y el mal. Los personajes están diseñados con desgano, reciclando los mismos moldes que ya se han utilizado en un sinnúmero de libros y filmes anteriores. La irrupción de elementos fabulosos en un ambiente cotidiano, no goza de ninguna credibilidad, lo cual frena desde un principio las posibles aspiraciones de un relato de por sí pueril y predecible.
No hay tensión dramática: los conflictos son escasos y se resuelven rápido, sin esfuerzo de parte de los protagonistas. Al héroe le dicen Buscador, pero él no busca nada, pues encuentra todo lo que necesita sin mayor dificultad.
Tal vez para disimular la pobreza del guion, el realizador David L. Cunningham recurre a toda clase de artilugios visuales: desde extraños encuadres retorcidos, hasta complicados deslizamientos de cámara en espiral. Son meras distracciones, que enfatizan aún más el vacío detrás de la pirotecnia.
Debido al presupuesto limitado, los trucos son mediocres. Aun así, las deficiencias formales no representan el problema principal. Otros factores, como una estructura efímera y un pelotón de intérpretes inútiles, son los que condenan “Los seis signos de la luz” a desaparecer en la penumbra del olvido.






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