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Costa Rica: potencia mundial en balance

Jacobo Riba jacobo@godbranding.com | Miércoles 21 julio, 2021

Jacobo Riba

De los países miembros de la OCDE, Costa Rica y México son los que en promedio más horas trabajamos, en eso comparativamente seriamos potencia mundial.

Mientras que un noruego tiene tiempo para planear su viaje al mar de Costa Rica, simultáneamente hay un tico que está trabajando, para ser exactos, 65% más horas que él. Lo curioso es que el noruego imagina que en Costa Rica todo es parecido, y por eso invierte su tiempo en un país perfecto para el balance personal.

En el imaginario de los países desarrollados de la OCDE, Costa Rica es un lugar para hacer amigos, bailar y caminar descalzo bajo sol, pero la realidad del empleo en nuestro país es que toda la fuerza laboral, o sea el 44% de los ticos, trabaja 2200 horas al año, versus las 1300 de los noruegos. ¡Ya ves la razón por qué las playas están vacías!

Es claro que no podemos comparar el tamaño de las economías y los beneficios que eso trae para la experiencia en el empleo, pero si es válido mirar que entre los noruegos y los ticos solo hay 200 mil personas de diferencia en su población total. En Noruega también trabaja el 50% de los habitantes, no somos tan diferentes.

Es tedioso seguir comparando Noruega con Costa Rica, con México y digamos que con Chile, pero la verdad es que si estamos en la OCDE es porque compartimos más en común de lo que pensamos. El objetivo de estar ahí es promover la cooperación y el desarrollo económico de las 37 banderas presentes.

Entonces merece la pena preguntarse si el exceso de trabajo es la cura para nuestro desarrollo o más bien deberíamos apostar por un modelo de trabajo que proponga el balance como una prioridad. Esto ofrece una reflexión clara sobre la implementación en las empresas de buenas prácticas para fomentar el equilibrio entre la vida y el trabajo.

El balance debería ser un propósito en las organizaciones. Un estudio de la Universidad Politécnica de California revela con evidencia la correlación entre la felicidad y la productividad: la primera se vincula a una atmósfera de trabajo placentera que puede inclusive superar la compensación salarial que recibe el colaborador. ¡Claro! todos trabajamos por dinero al igual que las empresas.

Pero, si el propósito de las empresas es producir riqueza, construir una cultura de bienestar personal es definitivamente un buen negocio, porque todos en la organización podrían cuidar las utilidades con la misma urgencia que atienden su propio balance y viceversa: si el balance de las empresas dependiera de cuidar la cultura del equilibrio.

Se me ocurre pensar que los noruegos ya entienden esto, pues también son un país miembro que produce, trabajando menos horas al año que nosotros, 900 para ser exacto, tiempo útil para construir esos pequeños hábitos que revelan con evidencia científica que trabajar feliz en un un ambiente placentero también depende de tener más horas para hacer amigos, bailar y caminar descalzo bajo sol.

Si tenemos la naturaleza tan cerca y el talento humano con las competencias necesarias, no esperemos a que la OCDE nos recomiende ser potencia mundial en balance.






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