Costa Rica Digital
Juan Carlos Barahona | Jueves 29 mayo, 2008
Juan Carlos Barahona
Cuando un gobierno marxista plantea en su plan quinquenal la meta de construir un “país innovador”, como hizo China en 2006, nos queda claro que en el siglo XXI la competencia global dependerá de la capacidad de las naciones para innovar. Y si bien, pensar que la innovación está ligada necesariamente a las tecnologías digitales es un mito, el ignorar su papel fundamental sería un lamentable error. ¿Estaremos cometiendo ese error?
En el siglo pasado Costa Rica logró que más de un 95% de los hogares disfrutara de la electricidad y la televisión pero ya perdió el rumbo. Al menos, eso parece indicar la última encuesta del INEC, que muestra que solo el 32% de los hogares tiene computadores personales, mientras tan solo el 12% tiene Internet.
Los más aventajados son usuarios de computador personal, agenda electrónica, celular inteligente, y sitios personales. Están conectados a redes sociales o comunidades de práctica como “linkedin”, “facebook” o “second life”, las cuales aumentan su productividad. Existe otro grupo que reconoce el valor de estas herramientas pero que aún no logra conectar esa idea con sus actividades personales y laborales diarias. El tercer grupo lo constituyen quienes aún no entienden que están comprometiendo su productividad al quedarse fuera de la más importante revolución del siglo XX. La capacidad de innovación de Costa Rica depende, en buena medida, de cómo evolucionen estos grupos.
El primero está compuesto por las empresas relacionadas directamente con las tecnologías digitales (hardware, software e infocomunicaciones) y con las que hacen un uso intensivo de estas, como la banca y el turismo. A nivel personal son posiblemente gente joven, universitaria, y bilingüe. A ellos la sociedad debe procurarles el mejor ambiente de desarrollo posible y ellos deben utilizar su capacidad de influir en favor de la digitalización de todas aquellas personas con quienes estén vinculados. Contribuir con que este grupo se mantenga a la vanguardia tecnológica y profundice sus vínculos con el resto de la sociedad es prioritario para el crecimiento nacional.
Con el segundo grupo existe un reto doble: Recuperar su rezago tecnológico y asegurarse la inclusión de todos los grupos sociales: agricultores, artesanos, educadores, etc. Para los profesores universitarios, por ejemplo, ya es un gran reto estar frente a un grupo de estudiantes conectados a Internet y “guguleando” y comprobando en la red los datos y temas que se les presentan. ¿Cómo evolucionarían, por ejemplo, los servicios de ingeniería, salud o legales, si antes de una consulta, los consumidores pudiéramos revisar la experiencia de otros clientes?
Para el tercero es necesaria una agenda de inclusión, tanto del sector público como del sector privado. Los esfuerzos realizados han sido insuficientes y el sector privado podría participar en forma más directa y enfocada. Es necesario dedicar recursos a esta tarea, pues la brecha digital solo se debe atacar halando por este lado y nunca atrasando a los demás.
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