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¡Corazón valiente

Giuliana Llanes gllanes@larepublica.net | Lunes 15 octubre, 2012




¡Corazón valiente!
Herediano además del marcador, le ganó en espíritu y orgullo al Saprissa

Si existe algo que nadie le podrá quitar al Herediano, es el orgullo. El inembargable corazón con el que disputa cada partido, como distracción a su amarga realidad, es el motor para sacar sus puntos y victorias, como el 2-1 logrado el sábado ante Saprissa.
“Los únicos momentos de alegría para nosotros son los 90 minutos en la cancha, después todo es muy difícil”, citó Esteban Ramírez tras el duelo, convertido en estandarte y corajudo defensor de la causa florense tras el triunfo.
El duelo fue agradable, un partido con opciones en ambas áreas, sin claro dominio de alguno de los actores. Ya desde el minuto cinco Elías Aguilar despertó a la afición con un potente remate al ángulo que se estrelló en el poste, por poco abre el marcador para los locales.
El Team lucía un poco mejor que los morados, los cuales tenían un confuso accionar en la media, que en poco ayudó a la livianita ofensiva tibaseña. No extraña que los rojiamarillos se pusieran arriba en la pizarra gracias al cabezazo de Ramírez, tras un tiro de esquina a los 37´ de la inicial.
Para el complemento, el choque fue intenso, de tú a tú, y el empate llegó con el héroe y villano de la noche: Deyver Vega, quien levantó a todos los saprissistas del asiento, tras un exquisito remate al palo largo, tras aprovechar un pésimo rechazo al centro de Waylon Francis. Golazo, Cambronero nada podía hacer apenas a los 53´.
Tras el tanto, el delantero se despojó de su camisa, lo que le costó la amarilla y tan solo tres minutos después se lanzó en el área pidiendo un supuesto penal, que no le concedió Vinicio Mena y más bien vio la otra amonestación y la consecuente roja.
Con diez hombres, tras la tonta expulsión de Vega, Saprissa igual la buscó, pero fue Herediano quien la encontró con el penal que convirtió de nuevo Ramírez a tres minutos del fin, cuando ya no hubo tiempo para más, salvo para uno que otro choque de palabras al concluir el encuentro.

Sergio Alvarado
salvarado@larepublica.net







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