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¿Copiar es bueno o es malo?

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 21 diciembre, 2007


Copiar ha sido normalmente visto como algo malo, pero lo usual en el mundo de los negocios ha sido recurrir a ello para avanzar más rápido hacia el crecimiento. Más aún, en el mundo de los negocios, estar al día en las estrategias, procesos y formas de operar que lleva a cabo la competencia —especialmente los líderes del sector— es parte natural de su accionar. Ahora que está en debate la propiedad intelectual, es clave que nuestro país tenga un enfoque adecuado sobre el tema.

Antes se pensaba que solo había que apostar a la innovación, los japoneses fueron maestros en demostrar que en una etapa de desarrollo de un país —al igual que una empresa— debe recurrir primero a la investigación imitativa o “ingeniería inversa”. Lo aplicaron y han tenido un éxito extraordinario. Varios expertos norteamericanos estudiaron el fenómeno e hicieron un llamado para que las empresas recurrieran al “benchmarking”, es decir, buscar puntos de referencia que nos permitan conocer las mejores prácticas de las empresas de éxito, acto seguido copiarlas o adaptarlas y mejorarlas. Después ya viene otra fase que es la de lograr una mejor productividad, basándose en la forma en que se gestiona la organización, especialmente el personal.

“Los países del tercer mundo saben que a menos que adquieran el conocimiento necesario, nunca lograrán ingresar en el primer mundo”, señala Lester Thurow, ex decano y actual profesor de la Escuela de Administración del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Agrega que uno de los factores que impulsan el desarrollo económico es “copiar para estar al día” y cada país que se ha puesto al día lo ha hecho copiando. Antes de los japoneses lo hizo Estados Unidos en el siglo XIX, cuando un inteligente ingeniero con memoria extraordinaria visitó las fábricas textiles de Inglaterra y permitió así copiar y luego perfeccionar lo visto.

La base del capitalismo actual y futuro —agrega Thurow— es el conocimiento, que a su vez es la clave de la riqueza. Para que este capitalismo funcione deben establecerse derechos sobre la propiedad intelectual claros, vendibles y fácilmente aplicables. Las nuevas tecnologías están haciendo cada vez más difícil aplicar los derechos sobre propiedad intelectual, es decir, el sistema no tiene respuestas para tales problemas. ¿Hasta dónde puede un país asegurar un derecho o la detección de un eventual fraude ante un problema que escapa a su control? Por ejemplo, se calcula que el software pirateado en Europa llega en algunos países al 80%. La tecnología está facilitando la copia de artículos protegidos y la legislación es impotente para alcanzarla, a fin de cuentas se trata de un problema tecnológico que deberá ser enfrentado también tecnológicamente.

Debemos obviamente proteger la propiedad intelectual, pero no debemos ir más allá de lo que la generalidad de países está haciendo. Por otra parte, debemos ser juiciosos respecto al límite de lo que realmente podemos garantizar como país.

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