Contra las presas
| Miércoles 05 noviembre, 2008
Contra las presas
En el editorial del periódico LA REPUBLICA del martes 28 de octubre próximo pasado, se plantea el problema del caos vial y las posibles medidas para reducir las presas.
Es curioso que, a pesar de ser el principal motivo de presas, el editorialista no lo menciona. Si usted es observador notará que en cada 100 metros que camine, va en fila india una cantidad de taxistas formales, que en ningún caso baja de siete vehículos rojos.
Por momentos, como sucede cerca de la Caja Costarricense de Seguro Social por calle, se pueden contar hasta 11 vehículos taxi formales en cada 100 metros, los cuales transportan a una sola persona, o en la gran mayoría van vacíos. ¿Y los porteadores e informales? ¿No se les debería restringir el ingreso a la capital, de acuerdo con el número de placa?
Como observación del diario acontecer se nota que en aquellas zonas amarillas, paradas de autobuses como la del Centro Comercial del Sur, los taxistas ocupan esa zona y las personas que tienen que abordar los autobuses deben salir a media calle, mientras los taxistas leen periódicos, fuman, hablan por celular sin inmutarse ante una señora con niños en brazos, bolsas, sombrilla, tenga que jugarse la vida ante un posible atropello o una caída en media carretera.
Mientras todo esto pasa, los señores oficiales del tránsito hacen la vista gorda, porque usted nunca verá a una grúa que lleve a un taxi.
A las autoridades correspondientes les he enviado sugerencias en el sentido de prohibir la circulación de taxis por las rutas metropolitanas por donde lo hacen los autobuses, para que el usuario se acostumbre a buscar las unidades rojas en avenidas o calles determinadas, exceptuando la avenida segunda.
A las autoridades respectivas les he enviado sugerencias en el sentido de propiciar parqueos en puntos estratégicos de la ciudad con precios como el que cobra el Parque Sabucedo en San Juan de Tibás, ¢1.400 por día o por toda la noche, en donde el dueño del vehículo con tranquilidad lo deje guardado y no tenga que llegar hasta el centro de San José con el automotor. Ahí tomará el autobús y se trasladará a hacer las gestiones pertinentes.
Se les ha sugerido que autoricen los famosos “toritos”, para el centro de la capital, triciclos que ocupan una tercera parte de lo que significa un taxi tradicional, gastan menos combustibles y contaminan poco.
Se les ha sugerido que autoricen a los parquimetristas para que levanten los partes respectivos a los vehículos estacionados en las zonas amarillas.
De una respuesta diplomática y vacía no han pasado los ministros responsables, y la Dirección de Tránsito argumenta que no tiene personal para vigilar los estacionamientos en zonas amarillas, las violaciones de la doble raya en el centro de la carretera, en fin, que no existe voluntad de hacer las cosas bien.
Ojalá que el editorial de LA REPUBLICA sea el inicio de un seguimiento al grave problema de las presas, la contaminación ambiental y la crisis energética, y tal vez así, se ponga orden a los conductores.
José Francisco Monge Masís
En el editorial del periódico LA REPUBLICA del martes 28 de octubre próximo pasado, se plantea el problema del caos vial y las posibles medidas para reducir las presas.
Es curioso que, a pesar de ser el principal motivo de presas, el editorialista no lo menciona. Si usted es observador notará que en cada 100 metros que camine, va en fila india una cantidad de taxistas formales, que en ningún caso baja de siete vehículos rojos.
Por momentos, como sucede cerca de la Caja Costarricense de Seguro Social por calle, se pueden contar hasta 11 vehículos taxi formales en cada 100 metros, los cuales transportan a una sola persona, o en la gran mayoría van vacíos. ¿Y los porteadores e informales? ¿No se les debería restringir el ingreso a la capital, de acuerdo con el número de placa?
Como observación del diario acontecer se nota que en aquellas zonas amarillas, paradas de autobuses como la del Centro Comercial del Sur, los taxistas ocupan esa zona y las personas que tienen que abordar los autobuses deben salir a media calle, mientras los taxistas leen periódicos, fuman, hablan por celular sin inmutarse ante una señora con niños en brazos, bolsas, sombrilla, tenga que jugarse la vida ante un posible atropello o una caída en media carretera.
Mientras todo esto pasa, los señores oficiales del tránsito hacen la vista gorda, porque usted nunca verá a una grúa que lleve a un taxi.
A las autoridades correspondientes les he enviado sugerencias en el sentido de prohibir la circulación de taxis por las rutas metropolitanas por donde lo hacen los autobuses, para que el usuario se acostumbre a buscar las unidades rojas en avenidas o calles determinadas, exceptuando la avenida segunda.
A las autoridades respectivas les he enviado sugerencias en el sentido de propiciar parqueos en puntos estratégicos de la ciudad con precios como el que cobra el Parque Sabucedo en San Juan de Tibás, ¢1.400 por día o por toda la noche, en donde el dueño del vehículo con tranquilidad lo deje guardado y no tenga que llegar hasta el centro de San José con el automotor. Ahí tomará el autobús y se trasladará a hacer las gestiones pertinentes.
Se les ha sugerido que autoricen los famosos “toritos”, para el centro de la capital, triciclos que ocupan una tercera parte de lo que significa un taxi tradicional, gastan menos combustibles y contaminan poco.
Se les ha sugerido que autoricen a los parquimetristas para que levanten los partes respectivos a los vehículos estacionados en las zonas amarillas.
De una respuesta diplomática y vacía no han pasado los ministros responsables, y la Dirección de Tránsito argumenta que no tiene personal para vigilar los estacionamientos en zonas amarillas, las violaciones de la doble raya en el centro de la carretera, en fin, que no existe voluntad de hacer las cosas bien.
Ojalá que el editorial de LA REPUBLICA sea el inicio de un seguimiento al grave problema de las presas, la contaminación ambiental y la crisis energética, y tal vez así, se ponga orden a los conductores.
José Francisco Monge Masís