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Con Sumo

Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Lunes 17 diciembre, 2007




Con Sumo

Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net

¿Consumo orgásmico?

Probablemente sea usted de esas personas que pueden practicar un consumo inteligente y aprovechar las ventajas que hoy tenemos gracias a la evolución tecnológica de la sociedad.
Personalmente lo disfruto mucho y hasta el momento tengo una buena posibilidad de no sentirme mareada por la enorme oferta de productos, sino que elijo de ella lo que mejorará mi calidad de vida sin convertirme en una “tecnodependiente”.
Sin embargo, parece que de la amplia gama de estilos de consumidores se han perfilado dos tendencias que muestran con claridad cuán equivocado puede estar a veces el camino de los extremos.
Por un lado, están los que compran cosas en forma compulsiva para conseguir un placer efímero, que seguramente necesitan mucho y no logran de otra manera, y que se constituyen en ese grupo fácilmente identificable de personas que practican lo que se ha dado en llamar “consumo orgásmico”.
En el otro extremo, están los llamados “nuevos puritanos”, que “Future Foundation” (dedicada al estudio de los hábitos de consumo y a ofrecer consultoría estratégica a empresas) define como personas proclives a imponer en la vida cotidiana propia y ajena restricciones a los placeres personales.
Tal vez algunos sean propensos a caer en uno u otro extremo si no se han detenido a pensar que la actual oferta para el consumo es una de las grandes ventajas que nos ofrece la sociedad hoy y que el estilo de comprar depende de cada quien.
No deberíamos dejar que el consumo nos consuma, sino poder fluctuar en un término medio inteligente en el cual disfrutar plenamente aquello que puede mejorar nuestra calidad de vida sin efectos secundarios negativos para la salud mental y física.
Pareciera que en casi todos los aspectos de la vida son los extremos los que se vuelven prácticas insostenibles y generan los fenómenos menos deseados como consecuencia. El caso de los hábitos de consumo no creo que sean una excepción.
Por eso, espero seguir gozando de un consumo de muchas cosas que me gustan y hacen mi vida más agradable, sin caer en ningún extremo. En una palabra, y no sé qué piensan ustedes, ¡ese es su derecho! voto por el “consumo sostenible” para poder seguir disfrutándolo.






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