Con nueva voz
Obama ha buscado desmantelar las políticas que convirtieron a su predecesor George W. Bush en una figura impopular
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 02 mayo, 2009
Los primeros 100 días de Barack Obama como presidente de Estados Unidos han marcado un fuerte golpe de timón en el estilo que había caracterizado a la política exterior de Washington durante los últimos años. Obama cuenta con altísimos niveles de aprobación entre los estadounidenses, y no se queda corto de popularidad fuera de sus fronteras. El mandatario fue recibido calurosamente en Londres y Francia, ciudades que visitó durante una gira europea durante la cual asistió a la reunión de líderes del G20. De igual forma, Obama fue el centro de atención durante la Cumbre de las Américas realizada en República Dominicana, y que marcó el primer encuentro del inquilino de la Casa Blanca con los jefes de Estado latinoamericanos. Aunque las manifestaciones y protestas no faltaron en estas cumbres —especialmente la del G20—, sí brillaron por su ausencia las banderas de Estados Unidos en llamas y las pancartas con mensajes poco favorecedores para esa nación. En sus primeros tres meses en el cargo, el nuevo presidente de ese país del Norte buscó desmantelar políticas e imágenes que convirtieron a su predecesor George W. Bush en una figura impopular en todo el mundo. Prohibió la tortura, ordenó el cierre de la prisión de Guantánamo en Cuba y estrechó la mano de líderes latinoamericanos de izquierda que chocaron con Bush. En su primer viaje presidencial a un país predominantemente musulmán, Turquía, Obama insistió en que Estados Unidos “no está en guerra con el Islam”. El Presidente también hizo patente su enfoque en tentativas anteriores con Rusia y China, dos países que Estados Unidos necesita en asuntos como Irán, Corea del Norte y la crisis financiera. Esta nueva actitud a escuchar distintas posiciones y peticiones que impera actualmente en Washington debe ser aprovechada por Latinoamérica, región que durante años se ha visto relegada en la agenda exterior estadounidense.