¿Cómo nos afecta el desastre nuclear en Japón?
| Martes 26 abril, 2011
¿Cómo nos afecta el desastre nuclear en Japón?
En estos momentos estamos recibiendo en Costa Rica, al igual que en todas partes del mundo, una fina lluvia de partículas en dispersión. A estas, si bien es cierto, caen porque perdieron una parte de su energía cinética inicial, todavía les queda la suficiente energía interna para seguir interactuando con el medio.
En palabras coloquiales se entiende mejor la magnitud del problema: si caen en la tierra los elementos por los que cada una de estas partículas están constituidas, entonces toman energía y se desestabilizan internamente. Estos elementos, a su vez, pueden emitir nuevas partículas para recuperar su posición de equilibrio. En algunas ocasiones el proceso se repite.
Lo curioso de este evento es que el nuevo núcleo que captó esta energía, se desestabilizó y emitió nuevas partículas, por lo general, entrega una gran cantidad de energía que incluso pudiera ser superior a la captada. Esto se debe a que se rompen los enlaces internos del núcleo y entrega parte de la energía interna existente en él.
Este proceso es altamente nocivo para la salud de todo ser viviente. Si pensamos que este evento puede suceder en todo el territorio nacional, tendremos, lo más seguro, afectaciones en el agua, los productos del agro, los animales y las personas.
Confiemos en que la cantidad de energía no sea tan grande como para crear procesos irreversibles en nuestros sistemas orgánicos. Pidamos a las organizaciones internacionales para que obliguen a Japón a sepultar completamente toda la planta en concreto, en aras del bienestar mundial.
El pueblo de Costa Rica debería instalar, en el territorio nacional, algunos detectores de radiación nuclear, con el fin de observar la cantidad de energía que están recibiendo la tierra, el agua, nuestro aire y nosotros como seres humanos.
Armando Nevares
Ingeniero en física atómica
Profesor de la Universidad Latina
En estos momentos estamos recibiendo en Costa Rica, al igual que en todas partes del mundo, una fina lluvia de partículas en dispersión. A estas, si bien es cierto, caen porque perdieron una parte de su energía cinética inicial, todavía les queda la suficiente energía interna para seguir interactuando con el medio.
En palabras coloquiales se entiende mejor la magnitud del problema: si caen en la tierra los elementos por los que cada una de estas partículas están constituidas, entonces toman energía y se desestabilizan internamente. Estos elementos, a su vez, pueden emitir nuevas partículas para recuperar su posición de equilibrio. En algunas ocasiones el proceso se repite.
Lo curioso de este evento es que el nuevo núcleo que captó esta energía, se desestabilizó y emitió nuevas partículas, por lo general, entrega una gran cantidad de energía que incluso pudiera ser superior a la captada. Esto se debe a que se rompen los enlaces internos del núcleo y entrega parte de la energía interna existente en él.
Este proceso es altamente nocivo para la salud de todo ser viviente. Si pensamos que este evento puede suceder en todo el territorio nacional, tendremos, lo más seguro, afectaciones en el agua, los productos del agro, los animales y las personas.
Confiemos en que la cantidad de energía no sea tan grande como para crear procesos irreversibles en nuestros sistemas orgánicos. Pidamos a las organizaciones internacionales para que obliguen a Japón a sepultar completamente toda la planta en concreto, en aras del bienestar mundial.
El pueblo de Costa Rica debería instalar, en el territorio nacional, algunos detectores de radiación nuclear, con el fin de observar la cantidad de energía que están recibiendo la tierra, el agua, nuestro aire y nosotros como seres humanos.
Armando Nevares
Ingeniero en física atómica
Profesor de la Universidad Latina