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¡Cómo costó el título 28!

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 24 diciembre, 2012


Whaylon Francis, quien reapareció en el Herediano después de una lesión, transporta el balón entre los manudos, Pablo Gabas y Luis Miguel Valle. www.imagenesencostarica.net/ La República


¡Cómo costó el título 28!

Un penal al minuto 86 apagó las luces del Morera Soto

Faltaban siete minutos para que terminara el partido y el 0-0 reinaba en el marcador; el Alajuelense con un planteamiento calculador y prudente de Oscar Ramírez, calificado luego por su asistente técnico, Mauricio Montero, como inteligente e ideal para una final, amarraba la corona.
Allen Guevara dejó botada la marca de Whaylon Francis, se metió al área y le puso en bandeja la pelota a Anderson Andrade. Con todo el marco a su disposición para sellar el título, el brasileño pegó un débil remate al cuerpo de José Garro.

En la riposta, el Herediano, que no dejó en la segunda parte de buscar el gol que equilibrara la serie, después de caer en casa 2-1, coordinó una nueva ofensiva y Yendrick Ruiz centró al área caliente donde con una maniobra muy inteligente, Enoc Pérez obligó a Luis Miguel Valle a engancharlo, un penal clarísimo que Walter Quesada, a dos metros de la acción, no titubeó en señalar. Ismael Gómez lo dejó en los cordeles de Patrick Pemberton y la serie se empató.
El fantasma de Gerald Drummond con aquella corrida de vértigo que obligó a guardar la carroza que los manudos tenían aparcada en las afueras del estadio para festejar el título, rondó el escenario. El Team es de los que meten un gol en cualquier momento y ahora la final se abría un poco más a su disposición. Con el gol de Gómez, los tiempos extras estaban asegurados.
Fue hasta ahí que los miles de fanáticos de la Liga que abarrotaron el estadio, pudieron apreciar y aplaudir al equipo que ellos quieren ver y que las estrategias de Oscar Ramírez, un coleccionista de títulos maravilloso, les niega, en procura, vaya paradoja, de imponer esas estrategias.
Decimos esto porque Alajuelense jugó la primera parte, con cancha y el viento a su favor, con el freno de mano puesto. Claro que tuvo oportunidades de gol, Diego Calvo hizo trizas la marca de Marvin Obando y sembró el caos, Guevara estrelló un remate en el horizontal; Pablo Salazar se multiplicó para cortar servicios de veneno y el mismo Gabas cerró mal un gran servicio de Calvo que debió ir a la red. Pareciera entonces que la Liga fue envolvente y dominante, pero no fue así, más bien, Enoc Pérez de enorme actuación, casi los sorprende en un par de ocasiones y fue evidente que el anfitrión no tuvo como prioridad liquidar la serie temprano, sino más bien, esperar acontecimientos.
Y ese acontecimiento que despertó a los manudos fue el gol de Ismael desde el punto trágico.
El Machillo no tiene nada de tonto; el 0-0 le daba el título, un gol en contra no lo liquidaba, como le pasó al Saprissa, sino que le daba más minutos de vida en los tiempos extras, de ahí que tocaba al Team apretar en la segunda parte o morir en el intento. El gol rondó los predios de Pemberton que le desvió un trallazo a Yendrick; Enoc erró en un cierre; Marvin Angulo envió metralla muy alta, todo después de que Valle cimbró de nuevo los postes de Moreira.
Fue entonces que Andrade botó el 1-0 y enseguida Gómez se lo endosó en el otro costado. ¡Ahí se encendió la Liga!
Con las variantes agotadas, Herediano se quedó sin José Miguel Cubero, quien con una fractura en un dedo, pasó al ataque a jugar de adorno. Aplausos a su esfuerzo. Alajuelense metió a Alvaro Sánchez.
La media hora extra fue de color rojinegro; los anfitriones hicieron respetar su territorio; la multitud los empujó y a nueve minutos del final a punta de riñón metieron el gol de la corona. Fue un cambio de juego largo de izquierda a derecha de Meneses, recibió Calvo, que con la marca de Francis pudo centrar al área. Recepcionó Gabas de espaldas al marco, se volvió y tiró. Hubo un rechazo corto, le quedó a Andrade que tiró; el Morera Soto rugía, nuevo rechazo a piernas de Alvaro Sánchez, que la pudo pegar en el “molote” y meterla en las redes de un Leonel Moreira que iba volando de un lado a otro.
El drama no terminó ahí, a un minuto del final, José Salvatierra devolvió de cabeza un balón a su portero; el viento y medir mal la distancia le jugó una mala pasada a Pemberton que tuvo que lanzarse para atrás y con las uñas desviar la eventual catástrofe.
Ahí concluyó el partido y se inició la fiesta.

Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net







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