Comienzo del año
| Miércoles 04 enero, 2012
Comienzo del año
Una reflexión para comenzar el año: la vida tiene sentido mientras compartamos con nuestros semejantes nuestros pensamientos, nuestros proyectos, nuestros anhelos.
¿La edad...? Si la edad es como afrontemos los deberes que conforme pasan los años, son tan fuertes y vigorosos según el interés que los mueve como a las aspas el viento. Allí, como una rosa de los vientos, podemos crear nuestras propias ilusiones con la experiencia y la sabiduría de los años.
De pronto, pasamos esa cuerda que tensiona de la adultez a la vejez; ni nos percatamos de ello, cuando seguimos forjando caminos y veredas hacia otras nobles aspiraciones. Es el abanico de cosas que antes no pudimos hacer o ejecutar, y, en llegando a esa etapa, nos encontramos otros nudos para desatar y otros jalones para anudar.
Nada es corto o largo en el vivir; solo se vive mientras tengamos recuerdos de las etapas que ya pasamos para enfrentar las que vienen. Forjemos cada día y sobre todo en estos de los primeros del año nuestros propósitos del bien común y que recalen en el horizonte, seguros de llegar a la otra orilla, como el santo que en sus brazos llevaba el Niño con el mensaje eterno de la solidaridad y el amor al prójimo.
Tal como lo describe en su genial libro Romain Roland: tapiz de una época que es, de cierta manera, la misma de nosotros. En la senectud de Cristóbal, algo así como en su etapa de oscuridad, replicó: “Veo en la noche; he vivido mucho en ella. ¡Soy un viejo búho...! Cuando se cree, se obra, sin preocuparse del resultado. Victoria o derrota, ¿qué importan? ¡Has lo que debes!...”
Hagámoslo durante todo el año que comienza...
Rogelio Ramos Valverde
Una reflexión para comenzar el año: la vida tiene sentido mientras compartamos con nuestros semejantes nuestros pensamientos, nuestros proyectos, nuestros anhelos.
¿La edad...? Si la edad es como afrontemos los deberes que conforme pasan los años, son tan fuertes y vigorosos según el interés que los mueve como a las aspas el viento. Allí, como una rosa de los vientos, podemos crear nuestras propias ilusiones con la experiencia y la sabiduría de los años.
De pronto, pasamos esa cuerda que tensiona de la adultez a la vejez; ni nos percatamos de ello, cuando seguimos forjando caminos y veredas hacia otras nobles aspiraciones. Es el abanico de cosas que antes no pudimos hacer o ejecutar, y, en llegando a esa etapa, nos encontramos otros nudos para desatar y otros jalones para anudar.
Nada es corto o largo en el vivir; solo se vive mientras tengamos recuerdos de las etapas que ya pasamos para enfrentar las que vienen. Forjemos cada día y sobre todo en estos de los primeros del año nuestros propósitos del bien común y que recalen en el horizonte, seguros de llegar a la otra orilla, como el santo que en sus brazos llevaba el Niño con el mensaje eterno de la solidaridad y el amor al prójimo.
Tal como lo describe en su genial libro Romain Roland: tapiz de una época que es, de cierta manera, la misma de nosotros. En la senectud de Cristóbal, algo así como en su etapa de oscuridad, replicó: “Veo en la noche; he vivido mucho en ella. ¡Soy un viejo búho...! Cuando se cree, se obra, sin preocuparse del resultado. Victoria o derrota, ¿qué importan? ¡Has lo que debes!...”
Hagámoslo durante todo el año que comienza...
Rogelio Ramos Valverde