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Clústers: El poder de la colaboración

Sol Echeverria secheverria@factorhumano.cr | Miércoles 12 agosto, 2020

Sol Echeverría

Una de las más importantes lecciones que nos ha dejado la pandemia es cuán interdependientes somos. La condición humana es social, somos seres de grupo, de comunidad, de tribu. Estamos programados para la colaboración y nos necesitamos mutuamente para sobrevivir, prosperar y ser felices. Pero son los tiempos difíciles, como los que vivimos, los que más evidencian la importancia de la colaboración, porque solamente unidos podemos resolver los grandes desafíos colectivos.

El autor Francis Fukuyama explica que el capital social es un factor de producción esencial en las economías, cuyo elemento fundamental es la confianza. Fukuyama analiza distintas sociedades y economías, y concluye que aquellas que son más exitosas, en términos de progreso y bienestar para su gente, son las que tienen fuerte presencia de organizaciones de sociedad civil con ADN de colaboración transversal.

Costa Rica posee ese ADN colaborativo desde su nacimiento como país. La decisión de independizarnos de España se tomó de manera colectiva, en un cabildo convocado en Cartago. El documento fundacional, que en cierta forma se puede considerar nuestra primera Constitución, se llamó Pacto Social Fundamental Interino, pero se le conoce desde su nacimiento como el Pacto de Concordia.

De allí en adelante es claro que hemos tenido conflictos en distintos momentos, pero la constante, lo que mejor nos define como sociedad y como nación, es ese espíritu colaborativo, esa concordia, que con pocos altibajos nos ha mantenido en paz ya casi por doscientos años. Tal vez esta epidemia nos convoca a potenciar ese espíritu colaborativo y a llevarlo al siguiente nivel.

El estado de emergencia nos pone en estado de alerta, nos abre la mente, y eso favorece la innovación. De cara al futuro, la fórmula parece ser entonces muy sencilla. Se puede resumir en una frase: colaborar para innovar.

La idea de colaborar para innovar suena muy bien, pero ¿cómo se puede aterrizar en la realidad concreta? Fukuyama nos da una pista: la clave está en alianzas colaborativas de la sociedad civil.

Existe un tipo de alianzas en particular que ofrece un enorme potencial: la formación de clústers productivos. Michael Porter define un clúster como ¨una agrupación de empresas e instituciones relacionadas entre sí, pertenecientes a un mismo sector o segmento de mercado, que se encuentran próximas geográficamente y que colaboran para ser más competitivas¨.

Costa Rica puede seguir los pasos de muchos otros países que han apostado por el modelo de clústers para impulsar la productividad de sus cadenas de valor más competitivas. Los clústers, especialmente si son de triple hélice – empresas, academia y gobierno (H3) – facilitan la colaboración público-privada, la innovación, los encadenamientos productivos y la competitividad.

Debemos incorporar en nuestra mentalidad el enfoque de ecosistemas económicos donde conviven competidores, proveedores, grandes y pequeñas empresas, instituciones públicas, instituciones académicas, organizaciones sociales y otros. Ninguna organización está aislada de su contexto y, por el contrario, todas están profundamente interconectadas por medio de cadenas de valor. Debemos preguntarnos: ¿A cuál o cuáles “ecosistemas” pertenece mi organización? ¿Con cuáles organizaciones y comunidades estamos interconectados?

Las conversaciones sobre cómo salir fortalecidos de la crisis deben trascender las fronteras de cada empresa y de cada institución. Necesitamos crear espacios para tener esas conversaciones entre miembros del “ecosistema” (de cada cadena de valor), y los clústers productivos son ese espacio por excelencia.

En el país hay múltiples cadenas de valor con enorme potencial para elevar la competitividad, la productividad y generar empleo en el mediano plazo, asociadas a actividades como la agroindustria, los servicios logísticos, las TICs, la economía creativa, las energías limpias, la biotecnología, la salud humana, los productos del mar, entre muchos otros.

¿Cuáles son los principales pasos para desarrollar un clúster? Primero, identificar las organizaciones más relevantes dentro de la cadena de valor. Segundo, generar conversaciones para identificar personas interesadas en co-liderar las primeras etapas del clúster (que es un emprendimiento en todo sentido). Tercero, identificar juntos los principales desafíos y oportunidades, para priorizar las acciones y procesos de colaboración. Cuarto, comenzar a ejecutar dichas acciones con enfoque ágil, para construir logros de corto plazo que enriquezcan la confianza entre los miembros del grupo.

¿Cuál es el mayor enemigo que enfrentamos en este momento? La desconfianza. Trabajar en conjunto, empresas, academia y gobierno, para resolver problemas comunes específicos, enfocándose en construir logros de corto plazo, es la mejor forma de construir confianza entre los miembros de un clúster.

En el país y tenemos varios ejemplos de clústers H3 que han abierto camino, tales como CR Biomed, Cybersec Costa Rica Cluster y Costa Rica Aerospace Cluster. El modelo funciona, es fácilmente replicable, y es la mejor manera para activar el flujo de recursos, conocimiento y valor, por medio de cadenas colaborativas de producción.

Lo que queda es ponerse manos a la obra. Los liderazgos, en cada una de las cadenas de valor, que estén convencidos del poder de la colaboración, deben salir a conversar con sus pares y unir esfuerzos por medio de un clúster. Tenemos lo que se necesita y este es el momento. No lo desperdiciemos.






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