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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 17 octubre, 2009



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Acaba de presentar credenciales el nuevo Embajador de El Salvador, acreditado por el gobierno del nuevo Presidente Mauricio Funes. Se trata de un hombre acreditado y sumamente apreciado en Costa Rica donde reside hace años, y donde ha fundado una de las editoriales privadas de mayor solvencia cultural y más acreditadas: Legado. Solo satisfacciones he derivado de mis relaciones con esa editorial seria y pundonorosa, y lo mismo pueden decir los otros autores que trabajan con ella. Hace mucho tiempo Sebastián Vaquerano es una figura importante del mundo cultural costarricense.

La hermana República, con la que nos unen lazos afectivos y de toda clase que poco tienen que ver con el lugar común de la cercanía geográfica, ha tenido una historia accidentada y a veces terrible. Dominada durante décadas por un ejército bien entrenado y por una oligarquía cafetalera (la que llamaban “las catorce familias”) que alguna vez, en 1932, sofocaron un levantamiento popular de hambre matando a treinta mil campesinos e inaugurando así un terrible período de dictadura de la que a los salvadoreños les ha costado mucho salir. Por cierto que sobre la masacre del 32 hay una descripción pavorizante en la gran novela Pedro Arnáez de nuestro ilustre José Marín Cañas, que como periodista anduvo por El Salvador en esos días.

En el último cuarto del siglo XX, se levantó en El Salvador una guerrilla de izquierda, y el país vivió una verdadera guerra civil. Final y afortunadamente esa guerra civil terminó con un armisticio, dentro del cual los guerrilleros (llamados Frente Farabundo Martí en homenaje al líder del alzamiento de 1932) decidieron convertirse en partido político y actuar dentro de la ley, y los grupos gobernantes (militares y capitalistas) accedieron a democratizar el país dando oportunidad al pacificado grupo de abierta oposición para una vida política normal y legal.

Desde entonces, El Salvador ha visto numerosas elecciones. Las presidenciales las venía ganando el grupo derechista conocido como Arena, pero el partido ex-guerrillero lograba numerosas curules en el Poder Legislativo, lo mismo que alcaldías importantes, todo dentro de un juego cada vez más democrático y abierto, hasta que la elección presidencial de este año la ganó el Frente, con un candidato prestigioso que no provenía de la guerrilla, pero sí de la oposición democrática que se inició luego.

Mauricio Funes ha comenzado a gobernar con tacto y prudencia. Muy lejano de las demagogias del hondureño Zelaya y de los disparates del nicaragüense Ortega, viene actuando con seriedad. Salvadoreños amigos me han dicho que el actual gabinete es el mejor que ha tenido su país en décadas, y que es un gabinete de carácter nacional y no partidista (lo que necesita un país que viene saliendo paso a paso de una tragedia de décadas) en el que figura la mejor gente de cada uno de los dos partidos. En vez de adherirse al dictatorial demagogo venezolano Hugo Chávez, su primera visita oficial la hizo a Brasil, donde se entendió con ese gran estadista que es Lula y adoptó así una línea internacional prudente, muy acorde con la situación mundial y las expectativas de nuestros días.

El nombramiento de Sebastián Vaquerano como Embajador en Costa Rica repito que sólo puedo interpretarlo como una manifestación que el presidente Funes nos hace a los ticos de que es un gobernante serio y de que El Salvador va por buen camino. Albricias.

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