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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 17 noviembre, 2007


Una reunión de Academias de la Lengua para conocer del éxito que ha tenido el idioma español ante las “altas autoridades” (?) del lenguaje computarizado que aceptaron que la ñ es una letra básica de nuestro idioma (“España es una ñ, como México es una x”, dijo García Márquez en 1991), me permitió estar en Madrid y disfrutar de la reacción popular ante el famoso ¿por qué no te callas? del rey Juan Carlos.

Reacción entusiasta ante la lección de urbanidad que el rey de España le daba al venezolano que, violando todas las reglas de la urbanidad, la cortesía y la buena educación que le legara su compatriota Carreño, interrumpía constantemente con exabruptos el discurso del Jefe del gobierno español Rodríguez Zapatero. ¿Por qué no te callas? significa ¿por qué no dejas hablar al que está en el uso de la palabra?

Pero hemos entrado en la edad de la malacrianza. La era de los presidentes descamisados, la era de los descamisados que interrumpen a un orador con exabruptos mientras procuran que les reformen la constitución de su país para permitirles reelegirse indefinidamente (como hace Fidel Castro). La era de un desconocido bien trajeado que la otra mañana mientras yo hacía fila en una ventanilla bancaria, me increpaba a gritos porque voté NO el domingo 7.

Dos días después del incidente de Santiago, se veían automóviles en Madrid con calcomanías que decían “por qué no te callas”, y la prensa unánime apoyó al rey aunque la prensa de oposición trató, pero sin mucha convicción, de aprovechar el incidente para combatir al gobierno socialista.

La verdad sea dicha, perencejos como Chávez y Ortega son parte de la desilusión latinoamericana. Los partidos social demócratas tradicionales bajaron sus banderas y olvidaron sus postulados. La prensa española, al hacer en esos días un análisis de los partidos que gobiernan en este hemisferio, colocó a Liberación Nacional entre los de derecha. ¿Qué habría pensado don Pepe?

En todo caso, aunque fuera con un exabrupto, Juan Carlos le dio una lección de urbanidad al malcriado de Chávez. No interrumpió a Chávez como han pretendido algunos. Le pidió con energía que dejara de interrumpir.

Al regreso de ese breve viaje, me encuentro con la noticia de que están acelerando a pito y caja la tramitación de los proyectos relacionados con las ofertas costarricenses del TLC. Y me pregunto: ¿Por qué la prensa no ha informado sobre su contenido? ¿Cuál es la relación entre el proyecto del ICE y el inolvidable Combo del 2000? ¿Por qué no se nos informa a quienes no somos suscritores de La Gaceta, sobre el contenido de esos misteriosísimos proyectos? No se ha producido un debate público nacional sobre ellos, porque nadie los conoce. El único debate que se ha visto es sobre la velocidad de su tramitación. No digo que son secretos, pero son misteriosos. ¿Se anuncia en ellos cómo se va a financiar el cuerpo de bomberos una vez que desaparezca el monopolio del seguro de incendio? ¿Se contempla la necesidad de que la adjudicación de bandas de celular se haga mediante licitación pública y no en un “pa mi pa vos” confidencial como el de Millicom? Nadie lo dice. Hasta los diputados que se oponen a ese paquete han guardado algún silencio. ¿Es el paquete obra de los famosos mil programistas de Arias, o de la misma fuente que redactó (por cierto en inglés) el combo del ICE del 2000?

Misterio, silencio, secreto. Y alguien saldrá a decirle a este columnista: ¿Por qué no te callas si ya tenemos los votos?

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