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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 22 julio, 2009



Chisporroteos


Perro que come huevos, ni quemándole el hocico, decían nuestros bisabuelos y seguimos diciéndolo los ticos.

El lío de Honduras comenzó cuando el presidente Zelaya convocó un plebiscito para que el pueblo decidiera si deseaba que se reformara la Constitución para hacer posible la reelección presidencial, (incluida por supuesto la suya), que esa Constitución prohíbe.

También prohíbe actos, como un plebiscito tendientes a procurar la reforma de artículos constitucionales que la Constitución declara pétreos y no reformables, como el de la no reelección.

Ahora es el inefable Daniel Ortega de Nicaragua, el que ha anunciado… ¿adivinen qué? Pues que se propone convocar un plebiscito para que el pueblo decida si quiere que se reforme la Constitución para hacer posible la reelección presidencial, (incluida por supuesto la suya propia), que la Constitución de Nicaragua prohíbe.

Pareciera que en esta región del mundo se ha despertado el prurito de ver cómo se supera el record de longevidad gubernamental que ostentan en el globo terráqueo los inmortales (más bien inmoribles) hermanos Castro.

En Costa Rica, la Constituyente del 49 acertó cuando fijó un lapso de ocho años que un expresidente debía esperar para postularse nuevamente. Se sostenía en aquel entonces que el plazo de cuatro años hacía muy fácil a quienes quisieran perpetuarse en el poder, conseguir un Picado que se prestara a servir de títere.

Y cuando el gobierno de don José Joaquín Trejos propuso, y la Asamblea Legislativa lo aprobó con todas las de ley y todas las de constitución, que se prohibiera totalmente el regreso de los expresidentes a la Casa Presidencial, el país entero aplaudió la medida porque ya estábamos hartos de soportar a tanto expresidente intrigando y moviendo cielo y tierra para regresar.

Y por allí íbamos en paz y contentos, hasta que a don Oscar Arias lo picó el alacrán. Primero inventó (dentro de una convención liberacionista) eso que ahora llaman la cuarta urna, para que la gente del PLN decidiera si quería que se reformara la Constitución para permitir las reelecciones (la de él, naturalmente): después intentó volver por interpósita mano, pero el asunto le falló. Entonces comenzaron las gestiones ante la Sala Cuarta, la cual (con una votación de 4 a 3, que parece se esperaba de 5 a 2 pero uno le salió güero a don Oscar), reformó la Constitución de Costa Rica sin tener derecho a hacerlo, y dejó abierta otra vez la posibilidad del retorno. El expresidente don Luis Alberto Monge declaró que el fallo de la Sala (más una falla que un fallo) constituía un golpe de Estado, y muchos pensamos lo mismo. Pero el Tribunal Supremo de Elecciones dio por bueno el acto ilegal de la Sala, e inscribió la candidatura presidencial de Arias.

No me imagino qué puede pasar ahora en Nicaragua, pero hace mucho tiempo sabemos aquí Daniel Ortega es perro amigo de comer huevos. Y es cuestión de ponernos a pensar cómo harán los nicaragüenses demócratas para pararlo sin que se les venga el mundo encima.

afcanas@intnet.co.cr

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