China recupera los secretos de belleza de la Ciudad Prohibida
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 28 mayo, 2011
China recupera los secretos de belleza de la Ciudad Prohibida
En el spa pekinés de Lily Lu, desfilan bellezas descendientes de la oligarquía china que luchan por preservar su esplendor del paso del tiempo
Cuentan que la emperatriz Cixi usaba polvo de perlas y aguas florales para mantener la blancura de su piel, uno de los secretos de belleza de la fitoterapia china recuperados hoy por los salones para los nuevos ricos y famosos del país asiático.
Por el spa pekinés de Lily Lu, también conocida como la “Tía Lu”, desfilan bellezas livianas de melenas azabache y piel de porcelana descendientes de la oligarquía china: unas luchan por preservar su esplendor del paso del tiempo, otras son adolescentes que ocultan sus problemas de acné bajo enormes gafas de sol.
Fue precisamente su tratamiento contra el acné a base de miel el que le dio su sobrenombre en inglés, “Sugar Mama”, pero Lu tiene un remedio apropiado para cada uno de sus clientes.
“Mira mi piel, nunca me maquillo, ni siquiera cuando voy a las fiestas, porque el maquillaje tiene productos químicos que destruyen la piel”, explica esta mujer de 56 años que aparenta una década menos.
Lu asegura ser el denominador común de la belleza de actrices como Li Bingbing, Jiang Wenli, Gao Yuanyuan e incluso de la francesa Juliette Binoche, junto a la cual aparece en las numerosas fotografías que cuelgan de las paredes de su salón, Belleza y Salud Familia Real.
El rancio abolengo procede de la familia de su ex marido, aclara, pero sus conocimientos de Medicina Tradicional China (MTC) para mantener la piel inmaculada los ha heredado de varias generaciones de mujeres que en su familia trataron tanto a aristócratas de la dinastía Qing (1644-1911) como a funcionarios maoístas.
Atrás quedó la costumbre imperial de deformar con vendas los pies “de loto” o la comunista de esconder las curvas bajo pantalones Mao, ahora Lu se ocupa de mejorar el aspecto de ricos, empresarios y políticos de los que se niega a desvelar el nombre.
“Mi madre tenía muchos clientes del gobierno, porque mi padre era funcionario, y la voz se fue extendiendo. Nunca he tenido que hacer publicidad”, explica.
Sus tratamientos combinan la tecnología sueca, en concreto una máquina cicatrizante con la que se hizo en el país escandinavo, con productos naturales y las fórmulas secretas heredadas de su familia.
Consciente de que muchos de estos productos con misteriosos ingredientes exportados a Occidente han sido hallados fraudulentos por contener químicos prohibidos, Lu se come sus brebajes para demostrar que son totalmente inocuos.
Jabón de miel y propóleo, loción de sandía y polvo de perlas, tratamiento antioxidante a base de pieles y semillas de uvas, máscara de colágeno y seta blanca, proteínas de seda y extractos de hierbas para teñir el cabello son algunos de los productos que ha patentado y que sus clientes buscan por cajas.
La esteticista defiende sus máscaras de plátano, tofu o leguminosas frente a la cosmética occidental, a cuyos químicos acusa de dejar manchas en la piel, un problema que se acentúa con la radiación de las computadoras, según asegura.
A diferencia de muchas chinas, a la “Tía Lu” le gusta tomar el sol, no más de 20 minutos al día, eso sí, y contra todo pronóstico, sin protector solar, otro de los mitos que insiste en derribar junto con una práctica muy difundida en su país, el masaje facial, “que puede causar más arrugas”.
La “Tía Lu” no es la única que ha recuperado la tradición holística y preventiva de la medicina china, cuyos cánones aseguran que para lucir una piel impoluta es necesario depurar el cuerpo con infusiones de diente de león, espino o crisantemos.
En Pekín o Shanghái proliferan los spa de lujo en los que se practican tratamientos rejuvenecedores con sondas de luz, masajes con aceites y piedras, exfoliaciones corporales con limón, coco o banana, o tratamientos purificadores tibetanos a base de hierbas, té, leche de calabaza, azafrán y azalea blanca del Himalaya.
En todos ellos la MTC, cuya efectividad todavía es objeto de estudio en Occidente, ocupa un lugar preponderante como parte del “poder blando” de la emergencia china, por lo que hospitales y clínicas combinan la práctica occidental y la asiática.
“Una piel sin color, amarillenta y sin brillo indica que la persona padece cansancio, falta de vitalidad y de salud”, explica Wendy Shao, doctora de MTC del Beijing United Family Hospital, uno de los más caros de la capital china.
Shao indica que también la obesidad y problemas de los órganos internos pueden reflejarse en un rostro macilento, por lo que recomienda infusiones a base de espino chino, Kudzu y semillas de Cassia para depurar el hígado, mejorar el funcionamiento del sistema linfático y, con ello, de la piel.
Pekín / EFE
En el spa pekinés de Lily Lu, desfilan bellezas descendientes de la oligarquía china que luchan por preservar su esplendor del paso del tiempo
Cuentan que la emperatriz Cixi usaba polvo de perlas y aguas florales para mantener la blancura de su piel, uno de los secretos de belleza de la fitoterapia china recuperados hoy por los salones para los nuevos ricos y famosos del país asiático.
Por el spa pekinés de Lily Lu, también conocida como la “Tía Lu”, desfilan bellezas livianas de melenas azabache y piel de porcelana descendientes de la oligarquía china: unas luchan por preservar su esplendor del paso del tiempo, otras son adolescentes que ocultan sus problemas de acné bajo enormes gafas de sol.
Fue precisamente su tratamiento contra el acné a base de miel el que le dio su sobrenombre en inglés, “Sugar Mama”, pero Lu tiene un remedio apropiado para cada uno de sus clientes.
“Mira mi piel, nunca me maquillo, ni siquiera cuando voy a las fiestas, porque el maquillaje tiene productos químicos que destruyen la piel”, explica esta mujer de 56 años que aparenta una década menos.
Lu asegura ser el denominador común de la belleza de actrices como Li Bingbing, Jiang Wenli, Gao Yuanyuan e incluso de la francesa Juliette Binoche, junto a la cual aparece en las numerosas fotografías que cuelgan de las paredes de su salón, Belleza y Salud Familia Real.
El rancio abolengo procede de la familia de su ex marido, aclara, pero sus conocimientos de Medicina Tradicional China (MTC) para mantener la piel inmaculada los ha heredado de varias generaciones de mujeres que en su familia trataron tanto a aristócratas de la dinastía Qing (1644-1911) como a funcionarios maoístas.
Atrás quedó la costumbre imperial de deformar con vendas los pies “de loto” o la comunista de esconder las curvas bajo pantalones Mao, ahora Lu se ocupa de mejorar el aspecto de ricos, empresarios y políticos de los que se niega a desvelar el nombre.
“Mi madre tenía muchos clientes del gobierno, porque mi padre era funcionario, y la voz se fue extendiendo. Nunca he tenido que hacer publicidad”, explica.
Sus tratamientos combinan la tecnología sueca, en concreto una máquina cicatrizante con la que se hizo en el país escandinavo, con productos naturales y las fórmulas secretas heredadas de su familia.
Consciente de que muchos de estos productos con misteriosos ingredientes exportados a Occidente han sido hallados fraudulentos por contener químicos prohibidos, Lu se come sus brebajes para demostrar que son totalmente inocuos.
Jabón de miel y propóleo, loción de sandía y polvo de perlas, tratamiento antioxidante a base de pieles y semillas de uvas, máscara de colágeno y seta blanca, proteínas de seda y extractos de hierbas para teñir el cabello son algunos de los productos que ha patentado y que sus clientes buscan por cajas.
La esteticista defiende sus máscaras de plátano, tofu o leguminosas frente a la cosmética occidental, a cuyos químicos acusa de dejar manchas en la piel, un problema que se acentúa con la radiación de las computadoras, según asegura.
A diferencia de muchas chinas, a la “Tía Lu” le gusta tomar el sol, no más de 20 minutos al día, eso sí, y contra todo pronóstico, sin protector solar, otro de los mitos que insiste en derribar junto con una práctica muy difundida en su país, el masaje facial, “que puede causar más arrugas”.
La “Tía Lu” no es la única que ha recuperado la tradición holística y preventiva de la medicina china, cuyos cánones aseguran que para lucir una piel impoluta es necesario depurar el cuerpo con infusiones de diente de león, espino o crisantemos.
En Pekín o Shanghái proliferan los spa de lujo en los que se practican tratamientos rejuvenecedores con sondas de luz, masajes con aceites y piedras, exfoliaciones corporales con limón, coco o banana, o tratamientos purificadores tibetanos a base de hierbas, té, leche de calabaza, azafrán y azalea blanca del Himalaya.
En todos ellos la MTC, cuya efectividad todavía es objeto de estudio en Occidente, ocupa un lugar preponderante como parte del “poder blando” de la emergencia china, por lo que hospitales y clínicas combinan la práctica occidental y la asiática.
“Una piel sin color, amarillenta y sin brillo indica que la persona padece cansancio, falta de vitalidad y de salud”, explica Wendy Shao, doctora de MTC del Beijing United Family Hospital, uno de los más caros de la capital china.
Shao indica que también la obesidad y problemas de los órganos internos pueden reflejarse en un rostro macilento, por lo que recomienda infusiones a base de espino chino, Kudzu y semillas de Cassia para depurar el hígado, mejorar el funcionamiento del sistema linfático y, con ello, de la piel.
Pekín / EFE