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China, soluciones a la pobreza y la mirada tica (¡Ey! No es regalar dinero, sino crear trabajo estable).

Javier Adelfang. eleconomistaargentico@gmail.com | Jueves 23 agosto, 2018


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Latinoamérica es la región más desigual del planeta y la pobreza es una constante, un problema con soluciones que se posponen continuamente al calor de la falta de recursos y la desidia de los gobiernos.

Costa Rica no es la excepción con una de cada cinco familias pobres y una desigualdad creciente.

Mientras tanto, desde la apertura económica, China ha trabajado duramente para eliminar la pobreza extrema que asolaba al país, al punto de reducirla desde el 88% en 1981 hasta el 3,1% actual.

Pero antes de seguir leyendo esta nota, es importante tener en cuenta dos aspectos.

1) Para el Banco Mundial, la pobreza extrema es la población que vive con menos de $2 por día.

2) China hasta hace menos de 50 años, era un país de completa pobreza extrema. Solo por poner un ejemplo, durante los años 60’s, con el fracaso de la política económica del “gran salto adelante” murieron de hambre entre 20 millones y 40 millones de personas, según señalan los historiadores.

Teniendo claro esto, puedo retomar el hilo de lo que les cuento.

China todavía es un país en desarrollo, pese a su enorme crecimiento y tamaño del PIB (basta ver el PIB per cápita), y sus condiciones económicas son muy distintas a las de Costa Rica, sin embargo leer estos párrafos puede servirnos para entender cosas esenciales sobre el combate de la pobreza, sobre todo que una solución estable no reside en dar dádivas a las personas, sino herramientas para que sea el trabajo propio el que permita mejorar las condiciones.

Pareja trabajando el hierro en Langdai

Pareja trabajando el hierro en Langdai

“Una de las prioridades es ayudar a la gente que está en la pobreza a valerse de su propio trabajo.

Aplicamos una terapia localizada y apuntamos a las diferentes razones de la pobreza para combatirla. Analizamos la situación de cada familia en el pueblo para encontrar la solución adecuada, y a través del desarrollo de las industrias” me contó hace poco Zheng Xingping, quien es parte de la comisión de la Aldea de Lijiawan, un pueblo perdido en el campo chino, en la provincia de Hubei, que supo eliminar la pobreza entre sus habitantes.

Granjero de Lijiawan en Hubei

Granjero de Lijiawan en Hubei

La semana pasada tuve la posibilidad de recorrer bastante a fondo la ciudad de Liupanshui, en la provincia de Guizhou, al sureste de China, una de las ciudades más pobres hasta hace unas décadas y que hoy puede jactarse de tener pobreza cero.

El pueblo de Pugu, es una muestra de lo que cuento.

Se trata de una zona históricamente agrícola, donde comenzó a implementarse un proyecto para alivio de la pobreza.

“Cambiamos de ser una zona muy pobre a tener pobreza cero. Las condiciones de vida han aumentado dado que ahora hay trabajo estable, servicios como escuelas, infraestructura y caminos pavimentados” me comentó Tao Zhengxue quien es lleva adelante un emprendimiento eco-agrícola y turístico, que ha tenido el apoyo del gobierno.

El proyecto se divide en dos partes, por un lado la agricultura que ayuda a las poblaciones locales a tener productos de calidad como blueberries y kiwis, no solo para alimentarse, sino también para vender.

El segundo punto del plan es el énfasis del turismo rural que ahora está de moda en China y en el mundo.

Con estos proyectos, se ha logrado aumentar significativamente el ingreso de las personas (de unos $100 a unos $2.300 anuales), atraer inversión en infraestructura, mejorar la calidad de vida, pero lo más importante, es que se ha logrado que la gente pueda mantenerse sin la necesidad de un subsidio gubernamental.

En esa comunidad trabajan unas 60 mil personas.

Mientras tanto, a cientos de kilómetros, en el pueblo de Langdai otro proyecto para el alivio de la pobreza se levanta, otra vez con el turismo como pieza cúlmine.

Casa de dos pisos en Langdai

Casa de dos pisos en Langdai

El gobierno colaboró con la población local en la construcción de viviendas de dos y tres pisos, donde la idea central vuelve a ser que los pobladores tengan una salida estable de la pobreza a través de su propio trabajo.

Las autoridades del pueblo me cuentan que en la primera planta se hicieron pequeños locales para que los pobladores pudieran vender el fruto de su trabajo, o el de personas de poblaciones cercanas.

Sin embargo, hay toda una curiosidad en esto.

En algunas de estas zonas, los inmensos hoteles que han construido para recibir al turismo están desiertos, y no por una cuestión estacional.

Pueblo de Pugu, Hotel hermoso pero vacío

Pueblo de Pugu, Hotel hermoso pero vacío

Es allí donde las dudas surgen dudas sobre la sostenibilidad de los proyectos.

Alguien me respondió hace unos días ante mis dudas (¿quién paga los salarios de la gente que trabaja mientras tanto? ¿Cuánto puede sostenerse esto así? ¿Es razonable un hotel inmenso cuando apenas llega la señal del teléfono?) que “primero no había nada, luego apareció el hotel y después vendrá la promoción. Pero sin hotel la gente no puede venir”.

Es la eterna cuestión de la “doble señal” necesaria poner en un funcionamiento un negocio: yo necesito que haya gente para que compre, pero vos necesitás que se monte el local para comprar, entonces, ¿quién da la señal primero?.

La respuesta que me dieron es válida en el contexto de China, un país donde hay una gran cantidad de recursos disponibles para este tipo de iniciativas.

Una muestra de ello, es la provincia de Hubei, donde del gobierno de la provincia debe invertir el 15% del crecimiento del ingreso fiscal de cada año para el alivio de la pobreza.

Ni Costa Rica ni Latinoamérica tienen esa posibilidad, sobre todo teniendo en cuenta los enormes déficits de los gobiernos (este año será de 7,2%).

No se trata entonces de copiar recetas; en la economía eso nunca funciona (sino recuerden las recetas del FMI y el Banco Mundial para los países Latinoamericanos) pero la escases de recursos no puede ser un impedimento, hay que sentarse, pensar, mirar a nuestro alrededor, aprender e implementar.

Una de cada cinco familias en Costa Rica es pobre.






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